Traducción al castellano del artículo original en inglés de
Richard Yensen y Donna Dryer.
El experimento en
Spring Grove y sus secuelas
Por Richard Yensen y Donna Dryer
Spring Grove State Hospital
Primeras observaciones
La investigación de nuestro grupo con drogas psicodélicas
comenzó con LSD a principios de los 50s. El primer estudio en el Hospital de
Spring Grove fue un intento de distinguir los efectos del LSD en pacientes
esquizofrénicos crónicos hospitalizados. Cuatro pacientes recibieron 100
microgramos administrados diariamente en una inyección intramuscular durante
catorce días. Los cambios iniciales en el comportamiento disminuyeron
rápidamente con poca o ninguna respuesta después de la segunda dosis.
En orden de estudiar la inusual rápida tolerancia, los
experimentos variaron el intervalo de días sin droga y se observó que después
del quinto día sin droga una fuerte reacción ocurría. A los cuatro días algunos
pacientes mostraban una reacción moderada, pero no igual a la del primer día.
Después de seis días sin droga, se observó una reacción tan fuerte como la del
primer día.
En un intento de sobrepasar la tolerancia mostrada en los
cuatro pacientes, la dosis fue aumentada por 100 microgramos diariamente. Cada
paciente recibió 100 microgramos el primer día, 200 microgramos el segundo y
300 microgramos el tercer día y así hasta los 500 microgramos. Este régimen
mostró reacciones el primer día, una leve respuesta el segundo día, ninguna
respuesta el tercer y cuarto día, y una muy cuestionable respuesta el quinto
día. Quinientos microgramos fue la dosis máxima usada.
Se probaran tolerancias cruzadas con varios derivados de
LSD. Se notó tolerancia cruzada con LAE y acido brom-lisérgico. En teoría lo que parecería tolerancia cruzada
fisiológica podría ser psicológica (que los pacientes se acostumbraban a los
efectos fisiológicos del LSD) los pacientes alternaron LSD y mescalina HCL. No
hubo tolerancia cruzada entre LSD y mescalina HCL.
Este estudio inicial incluyó veinte esquizofrénicos en
varios regímenes de administración de LSD. Conclusiones importantes de este
estudio incluyen la comprensión de que es imposible administrar LSD en estudios
doble ciego. Aunque el LSD fue
administrado con el método de doble ciego al principio, los pacientes y el
personal del hospital fueron conscientes cuales pacientes recibieron LSD en una
hora de administración de la droga. Los autores sugirieron que las
alucinaciones inducidas por LSD pueden tener valor terapéutico ayudando a los
terapistas a entender las dinámicas subyacentes de la psicopatología del
paciente. Uno también puede observar en
retrospectiva el poderoso efecto del entonces nuevo y ahora casi universalmente
aceptado paradigma de la droga psicoactiva. Este modo de ver las sustancias
farmacológicas y sus efectos en los humanos fue definido por las primeras drogas neurolépticas como
Torazina y Reserpina. Las suposiciones básicas que guiaron indirectamente esta
investigación incluyen la conjetura de que el LSD puede ser administrado
diariamente a los pacientes con el propósito de producir un efecto
quimioterapéutico similar al de las otras drogas psiquiátricas. Se asumió que
los efectos del LSD pueden ser adecuadamente observados y entendidos por
médicos entrenados no implicados directamente con el tratamiento del paciente,
y que no tiene una relación primordial con el paciente. En resumen las
expectaciones fueron que el LSD era una droga como ninguna otra droga
psicoactiva conocida. Los resultados fueron al principio inexplicables y
inesperados:
Una paciente catatónica que había estado sin hablar por algunos años repentinamente
estalló en quejidos que fueron seguidos por una apabullante risa que comenzó 35
minutos después de haber recibido la dosis de LSD. Este paciente se veía
tembloroso y angustiado. Intermitentemente abría la boca como si tratara
desesperadamente de hablar o al menos ejercitar los músculos de la boca. Ella
también expresó un estado de angustia con sus movimientos corporales. Cuando se
le preguntó porqué lloraba, contestó “Nunca debiste haber dejado la granja.”
Media hora después de que comenzara a llorar, los lamentos se convirtieron en
una sonrisa. Al poco tiempo cesaron las lágrimas y tuvo continuos ataques de
risa durante una hora aproximadamente. La paciente después comenzó a caminar
por el cuarto estudiando las paredes y ventanas como si fuera la primera vez
que las veía. Parecía responder a las alucinaciones, comenzó a hablar con
individuos no presentes. Cada ciertos momentos en las siguientes horas se
sacudía y comenzaba a reír y después hablaba un poco. Su discurso no era
coherente, y pronto comenzó a preocuparse de que alguien o algo le estuviera
haciendo cosquillas. A menudo decía que disfrutaba mucho de las cosas y que era
un bonito cuarto, etc.
Tres
horas después de que la droga fue administrada, la paciente se puso nerviosa de
estar en el cuarto, y seguía tienen los ataques de risa. No podía comer pues
decía no tener apetito. Esa tarde jugó basquetbol por primera vez desde que fue
admitida en el hospital a pesar de que se le ofreció la oportunidad de hacerlo
muchas veces anteriormente. Se veía interesada en el esfuerzo y agusto de sus intentos.
Camino enérgicamente y sonriendo ampliamente y ocasionalmente riendo. Por la
noche fue a un baile y bailó con otros pacientes por primera vez. Continuó
hablando hasta la hora de dormir. La mañana siguiente cuando despertó estaba en
su estado catatónico anterior, sin poder hablar, sin mostrar interés en nada y
muy retraída.
En otro
día la paciente recibió otra inyección. Se río un poco al principio, habló
algunas palabras, pero algunas horas después pasó a su antiguo estado mudo y
comportamiento retraído. Aún así en el segundo día vimos evidencia de un ligero
cambio de su comportamiento anterior, aunque mucho menor al cambio observado en
la primera inyección.
Cuando
la paciente recibió la misma dosis el tercer día, no mostró ninguna respuesta.
(Cholden et al,
pp.213-217)
Observaciones como esa ayudaron al equipo a darse cuenta que
esta droga era como ninguna otra por su combinación única de alteraciones
dramáticas en la conciencia, profunda acción psicodinámica así como la rápida
tolerancia adquirida. Reconocieron que esta combinaciones de efectos
requerían un médico entrenado con una buena relación con el paciente para así
entender, describir correctamente y apreciar las dinámicas de esta compleja
situación. (Cholden, Savage & Kurland, 1955).
Después de este rudimentario trabajo hubo un intervalo en la investigación en el hospital Spring
Grove. El Dr Kurland se involucró en el estudio de otras medicinas
psicoactivas. Charles Savage se entreno como psicoanalista y continuó su
carrera de investigación psicodélica en el Instituto para el Estudio Avanzado
en California.
Spring Grove Hospital –Cottage 13
Un humilde inicio
A finales de los 50s y principios de los 60s un joven
psicólogo, Sanford Unger, comenzó a colaborar con Albert Kurland y sugirió que
renovará la investigación con psicodélicos. Unger contactó un equipo en el
Hollywood Hospital en Vancouver, British Columbia, donde había una
investigación en progreso usando psicodélicos en psicoterapia para alcohólicos.
La terapia involucraba una única administración de una dosis alta de LSD
(400-800 microgramos) en un ambiente especialmente estructurado y diseñado para
estimular y fomentar una experiencia mística (Stace, 1960; Pahnke, 1963). Para
entonces los investigadores estaban conscientes de que las raíces
experimentales de este acercamiento eran chamanísticas, parecía ofrecer una
terapia intensiva, corta y conveniente – un vehículo pragmático para estudiar
científicamente los efectos de la
sustancia psicodélicas en conjunto con la psicoterapia.
El proyecto en Spring Grove comenzó en 1963. Un modesto
local en el hospital acogió al pequeño equipo de investigación. Es importante
aclarar que los servicios eran modestos y discretamente integrados a los del resto del hospital. Este hospital es uno de los más antiguos hospitales mentales
en Estados Unidos. En ese tiempo Spring Grove era conocida por su tratamiento
progresivo. El local trece eran dos construcciones blancas de dos pisos con
cuatro cuartos y un baño en cada piso. Dos cuartos fueron equipados con
sistemas de sonido y designados como cuartos para el tratamiento para las
sesiones con psicodélicos.
La atmósfera era fervientemente optimista. El personal
médico del hospital colaboraba en la selección y soporte de pacientes que
experimentaban con la nueva terapia. La expectación era que con el tiempo
serían entrenados para usar este excitante y dramáticamente efectivo nuevo
tratamiento. El sentido de entusiasmo, confianza y esperanza era contagioso. Un
equipo devoto de la Unidad de Rehabilitación de Alcohólicos del hospital
aceptaron trabajar totalmente con LSD. Aunque al principio de la investigación
se propuso trabajar con un grupo sin tratamiento para ser usado como grupo
control, esos planes tuvieron que ser abandonados. Los pacientes y el personal
médico del hospital veían al tratamiento psicodélico tan valioso y efectivo que objetaban en retener a los
pacientes que calificaban en el campo ético y humanitario. El equipo de
investigación accedió a estas demandas en una decisión de preservar y trabajar
en conjunto mientras se sacrificaban precisiones científicas (Unger, 1969;
Kurland et al., 1966&1967).
La investigación con alcohólicos creció de una fase piloto de
ensayos clínicos abiertos a ensayos doble ciego. La respuesta de los pacientes
al tratamiento psicodélico fue prometedora. La investigación creció hasta
incluir neuróticos hospitalizados que ahora pueden ser diagnosticados como
desordenes de personalidad, primariamente pacientes con trastorno límite de la personalidad.
En 1965, la investigación en el local trece atrajo la
atención a nivel nacional. La cadena de televisión CBS produjo un documental de
televisión de una hora, LSD: The Spring
Grove Experiment. Este filme seguía el tratamiento con LSD de un paciente alcohólico y una
paciente neurótica. La excelente calidad del documental atrajo mucha atención
positiva sobre la investigación. El filme daba una presentación balanceada y
responsable así como prometedora del nuevo tratamiento.
La investigación con
LSD se expande
En 1966 una tragedia azotó al entusiasta grupo. Un miembro
profesional del departamento de investigación de Spring Grove, una mujer en sus
cuarentas, descubrió que tenía cáncer metastásico. Enterada de su pronóstico
terminal, se deprimió significativamente. Ella sabía de la efectividad de la
psicoterapia con LSD con alcohólicos y neuróticos, así que solicitó el
tratamiento para ella. Considerando su
solicitud se hizo una búsqueda literaria que reveló el trabajo hecho por un
anestesiólogo de Chicago, Eric Kast. Sus estudios evaluaban solamente los
efectos analgésicos quimioterapéuticos del LSD, pero mostró que la droga era
segura para pacientes con cáncer y sugirió que el LSD podría aliviar algo del
dolor. También había un artículo en la revista Harpers sobre el LSD y la
angustia de morir, escrito por Sidney Cohen (Cohen, 1965). Con esta ayuda de la
literatura continuaron la terapia. La miembro del personal fue citada para su
sesión con LSD. En sus propias palabras:
Principalmente,
recuerdo dos experiencias. Estaba sola en un mundo sin tiempo, sin límites. No
había atmosfera; no había color, sin visuales, pero había algo de luz. De
repente me di cuenta que era un momento en el tiempo, creado por aquellos antes
de mí y ahora yo estaba a cargo de la creación de otros. Era mi momento, y mi función principal
había sido completada. Al nacer, le di sentido a la vida de mis padres.
De
nuevo en el vacío, sola sin los límites espaciotemporales. La vida se reducía
así misma una y otra vez hasta el último común denominador. No recuerdo la
lógica de la experiencia, pero me di cuenta que la esencia de la vida es el
amor. Para este momento sentí que estaba llegando a las afueras del mundo
–hacia la gente- pero especialmente hacia aquellos más cercanos a mí. Lloré
mucho por los años perdidos, la búsqueda de identidad en lugares falsos, las
oportunidades abandonadas, la energía emocional pérdida en básicamente
búsquedas sin sentido.
Muchas
veces, después de cierto tiempo.
Regresaba, pero siempre a variaciones del mismo tema. La música me
llevaba y me sostenía.
Ocasionalmente,
durante los descansos, me di cuenta del olor a duraznos. La rosa no era nada
comparada con la fruta. La fruta era néctar y vida, la rosa era una flor bonita
solamente. Cuando finalmente me dieron nectarina fue el epítome de un sutil,
suculento sabor.
Comencé
a emerger. Me llevaron a un mundo de aire fresco. Miembros del departamento me
dieron la bienvenida y sentí gusto no sólo por mí misma, también por haber sido
capaz de usar la experiencia para esa gente que le importaba que la tuviera.
Me sentí muy cercana a un grupo grande de personas.
Más
tarde, cuando un miembro de mi familia
llegó, hubo un acercamiento que me pareció nuevo. Esa noche, en casa, mis
padres llegaron, también. Todos notaron un cambio en mí. Dijeron que estaba
radiante y me veía en paz. Yo también me sentí así. ¿Qué cambió en mí? Ahora estoy
viviendo, y siendo. Ahora lo puedo aceptar lo que viene. Algunos de mis
síntomas físicos desaparecieron. El cansancio excesivo, algunos dolores. Aún me
siento algo irritada en ocasiones y grito. Sigo siendo yo, pero más en paz. Mi
familia siente esto y estamos más unidos. Todos los que me conocen me han dicho
que fue una buena experiencia. (Pahnke et al.,1970)
El dramático éxito de este primer intento puso en marcha un
nuevo enfoque de investigación, el estudio de psicoterapia psicodélica en el
tratamiento de pacientes con cáncer terminal. El trabajo evolucionó durante las
siguiente dos décadas e incluyó pacientes que fueron diagnosticados con cáncer
pero no exclusivamente terminal. En 1967 los resultados de los primeros seis
pacientes con cáncer fueron presentados por el Dr. Walter Pahnke en un
encuentro de la Asociación Americana de Psiquiatría.
En 1972 fue publicado el último estudio con LSD de esta
serie. Treinta y uno (31) enfermos con cáncer terminal que sufrían de ansiedad,
depresión y dolor incontrolable recibieron de 200 a 500 microgramos de LSD,
usualmente administrado intramuscularmente. Fueron permitidas múltiples
sesiones en el diseño del estudio, pero sólo tres de los pacientes recibieron
más de una sesión. La primera técnica canadiense había sido ya modificada para
incluir más psicoterapia y los pacientes recibieron preparación intensiva (de 6
a 12 horas durante 2 a 3 semanas) y cuidados posteriores. Antes y después de
cada sesión con LSD, el estado físico y emocional de los pacientes fue medido
por: médicos, enfermeras, familiares, el terapista de LSD, y un trabajador
independiente. También se incluyeron medidas en el uso del narcótico. En una
medida global de mejoras que conjuntaba las calificaciones de los observadores
antes mencionados, 9 pacientes (29%) mejoraron dramáticamente, 13 pacientes
(42%) mejoraron moderadamente y no se mostró ningún cambio en 9 pacientes (29%).
El alivio del dolor fue persistente por un periodo de semanas o meses después
de la sesión. Este resultado fue estadísticamente significante (p<.001). La
cantidad de medicación disminuyó pero no fue estadísticamente significante.
Hubo muchas complicaciones porque otras medicaciones psicoactivas estaba
presentes (hipnóticos, tranquilizantes y fenotiazinas) y no fueron tomadas en
cuenta sistemáticamente en el estudio. También algunos pacientes reportaron que
el dolor que era insoportable antes de la sesión, se hizo soportable después de
la sesión usando la misma cantidad de medicación. (Richards et al., 1972).
Factores extra-farmacológicos: Set and setting
Los resultados preliminares del estudio piloto con
alcohólicos, pacientes neuróticos, y pacientes con cáncer fueron un reflejo del
convincente tratamiento con LSD y psicoterapia, en este ambiente de
expectaciones optimistas y coherentes. Este Set
and setting dinámico fue consecuencia de factores inconscientes y
conscientes entre el equipo de investigación. El ambiente interpersonal fue
diseñado con propósito de que todos los factores de entusiasmo de todo el
personal contribuyeran en la preparación del paciente para un cambio de vida
místico y fundamental.
La moral del equipo de investigación era excelente, estando
todo su tiempo participando en este nuevo y excitante tratamiento. En cierta
forma, ellos creían que podían ofrecerles esperanza a muchos pacientes.
El nivel de mejoría usando el tratamiento experimental en
alcohólicos puede ser demostrado cuando los resultados son comparados con las
mejorías que tuvieron los pacientes utilizando el tratamiento de rutina del
hospital. En un estudio que empezó en 1963, 69 pacientes mejoraron
significativamente en todas las escalas de la MMPI (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota),
exceptuando la escala de hipomanía. Las conclusiones fueron que ningún paciente
fue lastimado y algunos pacientes mostraron una gran mejoría. En esta cambiante
población de pacientes, 23 pacientes (o 33.3% de la muestra) continuaron
abstinentes durante los siguientes seis meses. El resultado del tratamiento
convencional era de sólo el 12% de rehabilitación en un estudio de rutina del
hospital Spring Grove (Kurland et al., 1971 p.92 y Kurland et al., 1967).
El equipo de investigación se dio cuenta que el siguiente
paso era un estudio más riguroso con un grupo control. Considerando las
primeras investigaciones de Kurland que mostraban que un verdadero
procedimiento doble ciego era imposible de mantener, se diseñó un estudio con
dosis bajas de LSD como la condición control. Una dosis baja produciría efectos
fisiológicos, alteraciones en el estado de ánimo, y cambios perceptuales únicos
del LSD sin una reacción psicodélica completa. La experiencia tope o mística
fue considerada como el catalizador motivacional y transformacional. El uso de
50 microgramos de LSD como control, también permitía una evaluación del poder que tenía una dosis mayor y del estado
místico de ésta que sería contrastado con la catarsis emocional y la resolución
psicodinámica de una dosis baja. El
mismo motivado equipo trataría ambos grupos. La hipótesis fue que solamente el
grupo de dosis alta podría tener experiencias místicas y serían los que
mejorarían más.
En este estudio participaron 135 pacientes que fueron
asignados aleatoriamente al grupo de dosis alta (450 microgramos) y al de dosis
baja (50 microgramos) del tratamiento con LSD. Varios test psicológicos fueron
administrados antes de la aceptación en el programa y una semana después de las
sesiones. El progreso de los pacientes
fue monitoreado en 6, 12 y 18 meses después de completar el programa de
terapia.
Una semana después de la sesión ambos grupos del tratamiento
demostraron estadísticamente mejoría
significativa en los resultados de sus test. El seguimiento de los resultados
fue hecho por un grupo independiente de trabajadores sociales. Ellos indicaron
que el 44 por ciento del grupo de dosis alta fueron “esencialmente
rehabilitados” a los seis meses. Solo el 25 por ciento del grupo de dosis baja
cumplieron este criterio al mismo tiempo. La abstinencia fue del 53 por ciento
del grupo de dosis alta y 33 por ciento del grupo de dosis baja a los seis
meses. El resultado fue estadísticamente significativo (p<.05). A un año de
la terapia no hubo diferencias significativas estadísticamente entre los dos
grupos. Aun así a un año y medio después del tratamiento, la psicoterapia
psicodélica fue exitosa con la mitad de los alcohólicos tratados en este
programa (los grupos de dosis altas y bajas combinados). Los alcohólicos que recibieron
terapia convencional tuvieron una mejoría del 12%.
Los resultados mostraron un fallo interesante. El equipo no
apreció completamente el impacto positivo de su propio espirit
de corps y entusiasmo que habían cultivado cuidadosamente. La inspiración
del equipo creció, impulsada por compartir las experiencias místicas que habían
tenido los pacientes en sus sesiones con LSD. Esto estimuló aún más el valor
ejemplar puesto en el ser humano por los investigadores mismos. Este grupo
motivado de terapistas trabajó sorprendentemente bien. El grupo control de 50
microgramos mejoró más de lo que se esperaba. Algunos pacientes tuvieron
experiencias místicas completas con éstas dosis bajas de LSD. Otros trabajaron
significativamente en sus conflictos interiores bajo circunstancias
terapéuticas ideales. La hipótesis de este estudio diseñado cuidadosamente resultó
ser el problema más grande: ya que el
“control” era en si mismo LSD, y fue un activador importante de las relaciones
terapéuticas incluso a dosis bajas, cosa que no se había reconocido
anteriormente. Las dosis bajas resultaron ser otra condición experimental más
que el control. El impacto de la dinámica positiva del personal fue
profundamente subestimada. La
combinación de estos factores sobre drogas y aquellos no relacionados con
drogas produjeron resultados equivocados.
Otra conclusión posible fue que la psicoterapia sola era
mucho más efectiva con alcohólicos de lo que sugería cualquier otro estudio en
la literatura. De todos modos, el grupo experimental y el “control” produjeron
más mejorías importantes que estudios de rutina previos del tratamiento del
hospital. Aunque la búsqueda de un control adecuado no fue exitoso en este
estudio, los factores no relacionados con la droga resultaron ser más
importantes de lo que este grupo de investigación había anticipado. (Kurland et
al.,1971).
La evolución de
paradigmas y el enfoque terapéutico
Desde 1963 a 1976 las técnicas terapéuticas empleadas en
esta investigación maduraron y cambiaron. El personal clínico también cambió
completamente durante este tiempo. Los primeros esfuerzos de investigación
psicoterapéutica fueron una aplicación directa de la técnica canadiense de
terapia psicodélica. El enfoque psicodélico (la mente manifestándose). Esta
técnica, como fue practicada en Spring Grove, usaba una única dosis alta de
psicodélicos en un ambiente especializado, antifaz, audífonos y música
seleccionada especialmente para la sesión.
La psicoterapia convencional interpretativa fue principalmente un
periodo de preparación para la sesión con LSD. En este método hay un periodo de
preparación donde el terapista explora el historial del paciente con el
objetivo de establecer una relación y preparar al paciente para una única
sesión con dosis alta de psicodélicos. Cuando el LSD es usado en este
procedimiento, las dosis varían 250 microgramos a 800 microgramos y la sesión
dura de 8 a 12 horas. El terapista principal y el co-terapista del sexo opuesto
estaban en atención constante durante todo el día de la sesión con LSD. La
mañana y la tarde de la sesión con LSD se pasaba escuchando música con
audífonos, usando antifaz para bloquear el ambiente externo y permitir un
enfoque contemplativo interior. Se programaban programas musicales y
eventualmente una terapista musical se unía al personal por tiempo completo.
Ella elaboraba secuencias musicales que acompañaban la sesión con psicodélicos.
Música clásica y de coros se tocaba para apoyar
y expresar la expansividad, la profundidad, el sentido de lo sagrado y
otras fabulosas cualidades de la experiencia psicodélica. La técnica se
enfocaba en facilitar el camino a la experiencia trascendental (Bonny y Pahnke,
1972). El equipo terapéutico usualmente no ofrecía una interpretación, en
cambio ofrecía soporte emocional y compañerismo. Por la tarde el paciente podía
pararse y experimentar estímulos visuales, por ejemplo fotografías de su
familia o hermosas escenas artísticas. Los accesorios lograban un gran efecto
en la terapia con psicodélicos. Una larga y única rosa roja era parte de cada
sesión. Durante la tarde se le pedía que observara largo rato la rosa bajo los
efectos del LSD. Se les pedía a los pacientes que se miraran así mismos en un
espejo así tal vez podrían observar los efectos de pensar sobre su pasado como
alcohólicos. Después de la sesión con drogas la terapia se enfocaba en
consolidar motivaciones positivas para un cambio, a partir del pico de la
experiencia hacia todos los días de su vida.
La orientación
psicolítica ejerce influencia
En 1968 Stanislav Grof, un psicoanalista checoslovaco, se
unió al equipo de investigación con psicodélicos. Este evento marcó una etapa
de crecimiento y transición para el personal terapéutico. Grof había
desarrollado un complejo esquema teórico para entender la fenomenología de la
experiencia psicodélica y había hecho un cuidadoso trabajo bajo el enfoque
psicodélico. El Enfoque Psicolítico incluía el uso de varias dosis bajas con
psicodélicos en una terapia orientada psicoanalíticamente o mediante
psicoanálisis. Las dosis usadas con una droga como LSD fueron de 75 microgramos
a 250 microgramos. Las sesiones típicamente continuaban de seis meses a dos
años. El proceso incluía un análisis en profundad de las experiencias con
psicodélicos antes y después de cada sesión. El objetivo de este tipo de
trabajo es descubrir psicodinamicamente material relevante incluyendo memorias
reprimidas de la niñez.
Esto sería facilitado por las experiencias místicas
experimentadas. Estas profundas experiencias facilitarán al paciente una
posición filosófica donde la vida tendría un nuevo significado: la vida misma
es intrínsecamente sanadora. Memorias difíciles fueron aceptadas fácilmente
desde este nuevo enfoque. Este enfoque combinó los efectos positivos de los
paradigmas psicodélicos con los paradigmas psicolíticos. (Di Leo 1975-76, Grof
1969).
Eventualmente, la división de ciencias clínicas del Centro de
Investigación Psiquiátrica de Maryland realizó muchos estudios usando enfoques
psicodelítico o psicodélicos ampliados con pacientes neuróticos externos y con pacientes alcohólicos
internos, administrando sustancias con duración de acción más corta que el LSD, como la dipropiltriptamina y la
psilocibina. (Richards and Berendes 1977; Rhead et al., 1977). Los resultados
de estos estudios y un estudio piloto (Yensen et al., 1975) que exploraron el
uso de drogas con efectos psicodélicos suaves como el MDA (3,4-Metilenidioxianfetamina)
en pacientes neuróticos, tuvieron resultados prometedores.
En este último análisis, el paradigma psicodélico resultó
ser el más útil en los estudios de pacientes con cáncer terminal (Richards et
al., 1977), mientras el nuevo paradigma, resultó ser más prometedor en neurosis
y desordenes de la personalidad. (Richards y Berenders, 1977-78; Yensen, 1976).
De la terapia
psicodelítica a la terapia holotrópica.
Grof evolucionó una nueva orientación del enfoque
psicodelítico. A este nuevo enfoque le llamó holotrópico, que significa mover o
crecer sobre la totalidad. El nombre y el enfoque reflejaban profundamente un
punto de vista optimista de los mecanismos sanatorios intrínsecos liberados por
los estados alterados de consciencia.
Por una parte, la modalidad Holotrópica no se enfocaba
directamente sobre resistencias, en cambio se basaba en los efectos alterados
de consciencia para explorar las defensas y resistencias de la misma. Esto lleva
a una actitud referente a los psicodélicos como parte esencial del método terapéutico.
Si los resultados no se dan en una sesión, entonces otra sesión será necesaria.
Esta es una formulación válida porque permite evolucionar la relación terapéutica,
pero es débil porque ignora la posibilidad de un bloque terapéutico. Como consecuencia,
no destaca la necesidad de las habilidades del terapista para interpretar el
material de una sesión psicodélica.
Por otra parte, Grof ofrece un mapa completo del territorio del
viaje interior psicodélico. Esta teoría enlaza emociones de la niñez a grupos
globales de afecto asociado con el trauma de nacimiento. La intensidad de los
estados alterado lleva finalmente a un inconsciente transpersonal y a varios
tipos de experiencias más allá de los límites del tiempo y espacio del ego. Este
es el mapa más meticuloso y de mayor alcance de consciencia producido en la
investigación científica de la psique humana. Enlaza las profundidades de la
psique con la creación esencial del universo. (Grof, 1988).
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