jueves, 27 de marzo de 2014

Sobre la ley de sustancias análogas por Sasha Shulgin

Traducción de un extracto que forma parte de la entrada para α-ET del libro Tihkal de Alexander y Ann Shulgin.

La α-ET o etryptamine (alfa-etiltriptamina) ha jugado un rol importante en la evolución de las leyes sobre drogas, un rol que tendrá una importancia extraordinaria una vez que sea ampliamente conocida. Esta sustancia puede resultar fundamental en nuestra definición final de Analogue Drug Law (Leyes sobre sustancias análogas, en EU). Me gustaría hablar sobre: 1. The Controlled Substance Analogue Drug Bill (Ley de sustancias análogas controladas), 2. Lo qué pasó un en juicio en Denver: y 3. Lo que pasó en un juzgado de distrito en Colorado.

1.    Está ley se encuentra entre la Public Law 99-570(Ley Pública), es la Controlled Substance Analogue Enforcement Act (Acta de Substancias Análogas Controladas) de 1986. La también llamada “Designer Drug bill” (ley de la droga de diseño) la cual permite la persecución de cualquier caso asociado con una droga no controlada, si esta droga es análoga ya sea en su estructura o en su acción, a una droga controlada, y si es usada para consumo humano. Aquí el extracto palabra por palabra de esta enmienda:
(32) (A) Salvo lo dispuesto en el inciso (B), el término “análogo de sustancia controlada” significa, una sustancia –
“(i) que su estructura química es substancialmente similar a la estructura química de una sustancia controlada de la lista I o II;
(ii) que tiene un efecto estimulante, depresivo o alucinógeno en el sistema nervioso central similar o más potente que el efecto estimulante, depresivo o alucinógeno en el sistema nervioso central de una droga controlada de la lista I o II; o que
“(iii)con respecto a determinada persona, que dicha persona representa o tiene la intención de tener un efecto estimulante, depresivo o alucinógeno en el sistema nervioso central que es substancialmente similar o más potente que el efecto estimulante, depresivo o alucinógeno en el sistema nervioso central de una droga controlada de la lista I o II.
“(B) Esta definición no incluye –
“(i)una sustancia controlada;
“(ii)cualquier sustancia que tiene aplicación aprobada como nueva droga;
“(iii)con respecto a determinada persona, cualquier sustancia que, si en efecto está exceptuada para investigación, para esa persona, bajo la sección 505 de la Federal Food, Drug, and Cosmetics Act (FDA 21 U.S.C. 355); o
“(iv)cualquier sustancia en la medida que no esté destinada al consumo humano antes de que dicha excepción tome efecto con respecto a esa sustancia.”.
“SEC. 203. Un análogo de sustancia controlada deberá, en medida que esté destinada para consumo humano, ser tratada, para propósitos de este apartado y del número III como sustancia controlada de la lista I.”.
Estas son las palabras exactas de la ley, y he descubierto que mientras más veces la leo, más me convenzo de que cualquiera que haya sido su intención, fue estructurada  de la forma más vaga posible. He escrito en todas partes sobre la pesadilla retórica de la línea “substancialmente similar”. “Similar” significa “más o menos lo mismo”. “Substancialmente similar” podría significar “más o menos lo mismo”.  ¿Pero realmente que significa “substancialmente similar”? Me gusta citar la analogía de ver envases de cristal en el centro de una mesa de lujo, uno con pequeños hoyos en la tapa de rosca plateada conteniendo sal y otro con hoyos ligeramente más grandes conteniendo pimienta. ¿Son esos dos objetos substancialmente similares? Si sucede que eres un coleccionista de antigüedades de cristal, esos objetos son completamente idénticos. Si sucede que deseas agregar un condimento a tu comida con alguno de esos dos objetos, son completamente diferentes. Debes conocer a la persona que lo está diciendo para abordar la cuestión de “substancialmente similar”. En un juicio hace algunos años en California Sur, la cuestión se resolvió de una vez por todas por un confuso jurado cuando un químico forense dio una experta opinión de que dos sustancias son substancialmente similares cuando son más del 50% idénticas. ¿La mano derecha es más del 50% idéntica al pie derecho? Esta opinión fue evidentemente absurda.
2.    ¿Qué pasó en el juicio de Denver? Hace algunos años un joven descubrió que la compañía Aldrich Chemical de químicos ofrecía acetato de alfa-etiltriptamina como “químico fino” en su catálogo. Se podría comprar en cantidades de 100 g y empaquetarlo en cápsulas con 150mg para venderlas en las calles como Éxtasis o MDMA. Pudo y lo hizo. Sus acciones atrajeron la atención de la ley y se obtuvo la opinión de un químico de la DEA que concluyó que la α-ET no era una sustancia análoga. El demandante decidió no aplicar cargos en su contra. Pero no todos estaban de acuerdo con esta opinión.

Así que el químico solicitó la opinión de sus colegas profesionales y las respuestas fueron tanto afirmativas como negativas. Las negativas fueron las que razonaron objetivamente (científicamente, comparando estructuras) y las afirmativas fueron las que razonas subjetivamente (potencial de abuso, comparando su acción).

Las funciones analíticas fueron designadas a otro químico y finalmente los cargos fueron hechos bajo el acta de Drogas Análogas. Claramente había duda de si realmente esta sustancia era un análogo de cualquier droga controlada. El investigador toxicológico de la DEA dio su testimonio de que era, sin dudarlo, un análogo.  Pero durante el interrogatorio le fue preguntado que cuántas veces y por cuántas drogas diferentes había sido requerido como experto y le habían pedido su testimonio durante un proceso criminal. Quizás doce, contestó. ¿Y cuántas veces concluyó que la sustancia  en caso era un análogo de una sustancia controlada? En cada una de ellas. El juez decidió que efectivamente había un conflicto de opiniones entre los expertos, y rechazó los cargos. El acusado fue advertido que este tipo de lenidad no era común y que se comportara en el futuro.

3.    El texto de las apelaciones es una lección valiosa en aspectos de análisis gramático. Todo esto es del juicio 806 F. Supp. 232 (D. Colo., 1992). A manera de antecedente enfatiza que el propósito de un estatuto de sustancias análogas controladas es atacar a los químicos clandestinos que manipulan moléculas de sustancias controladas para crear nuevas drogas que aún no son ilegales. En este caso, los acusados no eran químicos que crearon y comercializaron una droga de diseño, más bien supuestamente compraron y distribuyeron una sustancia que existía y que era un supuesto análogo. Probablemente esto era suficiente razón para negar  la apelación. Pero el argumento desarrolló maravillosas texturas nuevas según las cosas progresaron. Como recordatorio de lo que dice la ley (aquí SS es, por supuesto, substancialmente similar, pero ésta terminología no está señalada en la decisión), los tres incisos pueden ser resumidos de esta manera:
(i)                  una estructura química que es  SS a…
(ii)                que tiene un efecto SS a…
(iii)               que está presentada para tener un efecto que es SS a…

La lectura y análisis de esta definición por parte del procesamiento:
“La lectura por parte de gobernación de la definición de análogo tiene una apelación superficial. Un estatuto debe ser construido con la finalidad de evitar resultados absurdos y falsificados.  Si adopto lo que escribe gobernación y leo la clausula (ii) de manera independiente, el alcohol y la cafeína serían sustancias análogas controladas porque, en forma concentrada, pueden tener efectos estimulantes y depresivos substancialmente similares a los de una sustancia controlada. Si leo la clausula (iii) de manera independiente, el azúcar en polvo podría ser un análogo si un demandante lo presenta como cocaína, convirtiendo esta ley en un estatuto con resultados falsificados. En ambos casos el acusado puede ser perseguido por vender una sustancia análoga controlada incluso si el análogo alegado no tiene una estructura química substancialmente similar a una sustancia controlada de la lista I o  II. Para prevenir estos falsos resultados, la clausula (i) debe aplicarse a cualquier sustancia que el gobierno sostenga que es una sustancia análoga controlada.”
Hay un pedazo de historia muy instructiva que debe ser considerada. En Julio de 1986, la House of Representatives consideró la Designer Drug Enforcement Act of 1986 (H.R.5246). Con la que junto al Senado, la Casa se enfocaba en químicos clandestinos que intentaban evadir las leyes sobre drogas alterando ligeramente una sustancia controlada. La Casa propuso dos definiciones de “análogo” que eran virtualmente idénticas a la construcción abocada por el acusado en este caso. La ley de la Casa contenía las mismas tres clausulas del estatuto anteriormente señalado pero añadía la palabra “y” después de la clausula (i). Al final el Congreso adopto el estatuto de análogos como parte del Acta Anti-drogas de Abuso de 1986. Inexplicablemente, a la definición de análogo que dictó el Congreso se le quitó la palabra “y” después de la clausula (i).
Esto define muy bien la intención del Senado, y daría un buen dinero por conocer a la persona que escribió la clausula y eliminó la palabra “y”, la única palabra critica que cambiaba el significado entero de la ley. Me gustaría saber de quién obedeció ordenes.

Regresando al caso de la a-ET, la DEA retrocedió y lamió sus heridas inmediatamente proponiendo incluir a la a-ET como sustancia controlada de la lista I. Así sucedió y Monase (el nombre comercial de la a-ET) ya no es hoy en día un antidepresivo aprobado por la FDA, en cambio, es una droga con gran potencial de abuso. Una de las formas más inesperadas de abuso  puede ser vista en los costos que el investigador tiene que pagar si desea estudiarla de forma legal. Antes de que fuera una sustancia controlada, la alfaetiltriptamina era conocida como una “sustancia química fina” y estaba enlistada en el catalogo de una compañía grande de químicos (1993) por un modesto precio de $60.90 por 100 gramos. Cuando fue puesta en la lista I a manera de emergencia ese mismo año. La alfaetiltriptamina ahora requiere una licencia de la DEA para ser comprada, y cuesta $424.00 por 100 gramos. Una inflación del precio por casi 7000%. ESO SÍ que es un verdadero abuso de drogas.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Treinta años de investigación con psicodélicos. Primera parte.

Traducción al castellano del artículo original en inglés de Richard Yensen y Donna Dryer.

El experimento en Spring Grove y sus secuelas
Por Richard  Yensen y Donna Dryer

Spring Grove State Hospital
Primeras observaciones

La investigación de nuestro grupo con drogas psicodélicas comenzó con LSD a principios de los 50s. El primer estudio en el Hospital de Spring Grove fue un intento de distinguir los efectos del LSD en pacientes esquizofrénicos crónicos hospitalizados. Cuatro pacientes recibieron 100 microgramos administrados diariamente en una inyección intramuscular durante catorce días. Los cambios iniciales en el comportamiento disminuyeron rápidamente con poca o ninguna respuesta después de la segunda dosis.
En orden de estudiar la inusual rápida tolerancia, los experimentos variaron el intervalo de días sin droga y se observó que después del quinto día sin droga una fuerte reacción ocurría. A los cuatro días algunos pacientes mostraban una reacción moderada, pero no igual a la del primer día. Después de seis días sin droga, se observó una reacción tan fuerte como la del primer día.
En un intento de sobrepasar la tolerancia mostrada en los cuatro pacientes, la dosis fue aumentada por 100 microgramos diariamente. Cada paciente recibió 100 microgramos el primer día, 200 microgramos el segundo y 300 microgramos el tercer día y así hasta los 500 microgramos. Este régimen mostró reacciones el primer día, una leve respuesta el segundo día, ninguna respuesta el tercer y cuarto día, y una muy cuestionable respuesta el quinto día. Quinientos microgramos fue la dosis máxima usada.
Se probaran tolerancias cruzadas con varios derivados de LSD. Se notó tolerancia cruzada con LAE y acido brom-lisérgico.  En teoría lo que parecería tolerancia cruzada fisiológica podría ser psicológica (que los pacientes se acostumbraban a los efectos fisiológicos del LSD) los pacientes alternaron LSD y mescalina HCL. No hubo tolerancia cruzada entre LSD y mescalina HCL.
Este estudio inicial incluyó veinte esquizofrénicos en varios regímenes de administración de LSD. Conclusiones importantes de este estudio incluyen la comprensión de que es imposible administrar LSD en estudios doble ciego.  Aunque el LSD fue administrado con el método de doble ciego al principio, los pacientes y el personal del hospital fueron conscientes cuales pacientes recibieron LSD en una hora de administración de la droga. Los autores sugirieron que las alucinaciones inducidas por LSD pueden tener valor terapéutico ayudando a los terapistas a entender las dinámicas subyacentes de la psicopatología del paciente.  Uno también puede observar en retrospectiva el poderoso efecto del entonces nuevo y ahora casi universalmente aceptado paradigma de la droga psicoactiva. Este modo de ver las sustancias farmacológicas y sus efectos en los humanos fue definido por  las primeras drogas neurolépticas como Torazina y Reserpina. Las suposiciones básicas que guiaron indirectamente esta investigación incluyen la conjetura de que el LSD puede ser administrado diariamente a los pacientes con el propósito de producir un efecto quimioterapéutico similar al de las otras drogas psiquiátricas. Se asumió que los efectos del LSD pueden ser adecuadamente observados y entendidos por médicos entrenados no implicados directamente con el tratamiento del paciente, y que no tiene una relación primordial con el paciente. En resumen las expectaciones fueron que el LSD era una droga como ninguna otra droga psicoactiva conocida. Los resultados fueron al principio inexplicables y inesperados:
                Una paciente catatónica que había estado sin hablar por algunos años repentinamente estalló en quejidos que fueron seguidos por una apabullante risa que comenzó 35 minutos después de haber recibido la dosis de LSD. Este paciente se veía tembloroso y angustiado. Intermitentemente abría la boca como si tratara desesperadamente de hablar o al menos ejercitar los músculos de la boca. Ella también expresó un estado de angustia con sus movimientos corporales. Cuando se le preguntó porqué lloraba, contestó “Nunca debiste haber dejado la granja.” Media hora después de que comenzara a llorar, los lamentos se convirtieron en una sonrisa. Al poco tiempo cesaron las lágrimas y tuvo continuos ataques de risa durante una hora aproximadamente. La paciente después comenzó a caminar por el cuarto estudiando las paredes y ventanas como si fuera la primera vez que las veía. Parecía responder a las alucinaciones, comenzó a hablar con individuos no presentes. Cada ciertos momentos en las siguientes horas se sacudía y comenzaba a reír y después hablaba un poco. Su discurso no era coherente, y pronto comenzó a preocuparse de que alguien o algo le estuviera haciendo cosquillas. A menudo decía que disfrutaba mucho de las cosas y que era un bonito cuarto, etc.
                Tres horas después de que la droga fue administrada, la paciente se puso nerviosa de estar en el cuarto, y seguía tienen los ataques de risa. No podía comer pues decía no tener apetito. Esa tarde jugó basquetbol por primera vez desde que fue admitida en el hospital a pesar de que se le ofreció la oportunidad de hacerlo muchas veces anteriormente. Se veía interesada en el esfuerzo y agusto de sus intentos. Camino enérgicamente y sonriendo ampliamente y ocasionalmente riendo. Por la noche fue a un baile y bailó con otros pacientes por primera vez. Continuó hablando hasta la hora de dormir. La mañana siguiente cuando despertó estaba en su estado catatónico anterior, sin poder hablar, sin mostrar interés en nada y muy retraída.
                En otro día la paciente recibió otra inyección. Se río un poco al principio, habló algunas palabras, pero algunas horas después pasó a su antiguo estado mudo y comportamiento retraído. Aún así en el segundo día vimos evidencia de un ligero cambio de su comportamiento anterior, aunque mucho menor al cambio observado en la primera inyección.
                Cuando la paciente recibió la misma dosis el tercer día, no mostró ninguna respuesta. (Cholden et al, pp.213-217)

Observaciones como esa ayudaron al equipo a darse cuenta que esta droga era como ninguna otra por su combinación única de alteraciones dramáticas en la conciencia, profunda acción psicodinámica así como  la rápida  tolerancia adquirida. Reconocieron que esta combinaciones de efectos requerían un médico entrenado con una buena relación con el paciente para así entender, describir correctamente y apreciar las dinámicas de esta compleja situación. (Cholden, Savage & Kurland, 1955).
Después de este rudimentario trabajo hubo un intervalo  en la investigación en el hospital Spring Grove. El Dr Kurland se involucró en el estudio de otras medicinas psicoactivas. Charles Savage se entreno como psicoanalista y continuó su carrera de investigación psicodélica en el Instituto para el Estudio Avanzado en California.

Spring Grove Hospital –Cottage 13
Un humilde inicio

A finales de los 50s y principios de los 60s un joven psicólogo, Sanford Unger, comenzó a colaborar con Albert Kurland y sugirió que renovará la investigación con psicodélicos. Unger contactó un equipo en el Hollywood Hospital en Vancouver, British Columbia, donde había una investigación en progreso usando psicodélicos en psicoterapia para alcohólicos. La terapia involucraba una única administración de una dosis alta de LSD (400-800 microgramos) en un ambiente especialmente estructurado y diseñado para estimular y fomentar una experiencia mística (Stace, 1960; Pahnke, 1963). Para entonces los investigadores estaban conscientes de que las raíces experimentales de este acercamiento eran chamanísticas, parecía ofrecer una terapia intensiva, corta y conveniente – un vehículo pragmático para estudiar científicamente  los efectos de la sustancia psicodélicas en conjunto con la psicoterapia.
El proyecto en Spring Grove comenzó en 1963. Un modesto local en el hospital acogió al pequeño equipo de investigación. Es importante aclarar que los servicios eran modestos y discretamente integrados a los del resto del hospital. Este hospital es uno de los más antiguos hospitales mentales en Estados Unidos. En ese tiempo Spring Grove era conocida por su tratamiento progresivo. El local trece eran dos construcciones blancas de dos pisos con cuatro cuartos y un baño en cada piso. Dos cuartos fueron equipados con sistemas de sonido y designados como cuartos para el tratamiento para las sesiones con psicodélicos.
La atmósfera era fervientemente optimista. El personal médico del hospital colaboraba en la selección y soporte de pacientes que experimentaban con la nueva terapia. La expectación era que con el tiempo serían entrenados para usar este excitante y dramáticamente efectivo nuevo tratamiento. El sentido de entusiasmo, confianza y esperanza era contagioso. Un equipo devoto de la Unidad de Rehabilitación de Alcohólicos del hospital aceptaron trabajar totalmente con LSD. Aunque al principio de la investigación se propuso trabajar con un grupo sin tratamiento para ser usado como grupo control, esos planes tuvieron que ser abandonados. Los pacientes y el personal médico del hospital veían al tratamiento psicodélico tan valioso y efectivo  que objetaban en retener a los pacientes que calificaban en el campo ético y humanitario. El equipo de investigación accedió a estas demandas en una decisión de preservar y trabajar en conjunto mientras se sacrificaban precisiones científicas (Unger, 1969; Kurland et al., 1966&1967).
La investigación con alcohólicos creció de una fase piloto de ensayos clínicos abiertos a ensayos doble ciego. La respuesta de los pacientes al tratamiento psicodélico fue prometedora. La investigación creció hasta incluir neuróticos hospitalizados que ahora pueden ser diagnosticados como desordenes de personalidad, primariamente pacientes con trastorno límite de la personalidad.
En 1965, la investigación en el local trece atrajo la atención a nivel nacional. La cadena de televisión CBS produjo un documental de televisión de una hora, LSD: The Spring Grove Experiment. Este filme seguía el tratamiento  con LSD de un paciente alcohólico y una paciente neurótica. La excelente calidad del documental atrajo mucha atención positiva sobre la investigación. El filme daba una presentación balanceada y responsable así como prometedora del nuevo tratamiento.

La investigación con LSD se expande

En 1966 una tragedia azotó al entusiasta grupo. Un miembro profesional del departamento de investigación de Spring Grove, una mujer en sus cuarentas, descubrió que tenía cáncer metastásico. Enterada de su pronóstico terminal, se deprimió significativamente. Ella sabía de la efectividad de la psicoterapia con LSD con alcohólicos y neuróticos, así que solicitó el tratamiento  para ella. Considerando su solicitud se hizo una búsqueda literaria que reveló el trabajo hecho por un anestesiólogo de Chicago, Eric Kast. Sus estudios evaluaban solamente los efectos analgésicos quimioterapéuticos del LSD, pero mostró que la droga era segura para pacientes con cáncer y sugirió que el LSD podría aliviar algo del dolor. También había un artículo en la revista Harpers sobre el LSD y la angustia de morir, escrito por Sidney Cohen (Cohen, 1965). Con esta ayuda de la literatura continuaron la terapia. La miembro del personal fue citada para su sesión con LSD. En sus propias palabras:
                Principalmente, recuerdo dos experiencias. Estaba sola en un mundo sin tiempo, sin límites. No había atmosfera; no había color, sin visuales, pero había algo de luz. De repente me di cuenta que era un momento en el tiempo, creado por aquellos antes de mí y ahora yo estaba a cargo de la creación de otros. Era mi momento, y mi función principal había sido completada. Al nacer, le di sentido a la vida de mis padres.
                De nuevo en el vacío, sola sin los límites espaciotemporales. La vida se reducía así misma una y otra vez hasta el último común denominador. No recuerdo la lógica de la experiencia, pero me di cuenta que la esencia de la vida es el amor. Para este momento sentí que estaba llegando a las afueras del mundo –hacia la gente- pero especialmente hacia aquellos más cercanos a mí. Lloré mucho por los años perdidos, la búsqueda de identidad en lugares falsos, las oportunidades abandonadas, la energía emocional pérdida en básicamente búsquedas sin sentido.
                Muchas veces, después de cierto tiempo.  Regresaba, pero siempre a variaciones del mismo tema. La música me llevaba y me sostenía.
                Ocasionalmente, durante los descansos, me di cuenta del olor a duraznos. La rosa no era nada comparada con la fruta. La fruta era néctar y vida, la rosa era una flor bonita solamente. Cuando finalmente me dieron nectarina fue el epítome de un sutil, suculento sabor.
                Comencé a emerger. Me llevaron a un mundo de aire fresco. Miembros del departamento me dieron la bienvenida y sentí gusto no sólo por mí misma, también por haber sido capaz de usar la experiencia para esa gente que le importaba que la tuviera. Me sentí muy cercana a un grupo grande de personas.
                Más tarde,  cuando un miembro de mi familia llegó, hubo un acercamiento que me pareció nuevo. Esa noche, en casa, mis padres llegaron, también. Todos notaron un cambio en mí. Dijeron que estaba radiante y me veía en paz. Yo también me sentí así. ¿Qué cambió en mí? Ahora estoy viviendo, y siendo. Ahora lo puedo aceptar lo que viene. Algunos de mis síntomas físicos desaparecieron. El cansancio excesivo, algunos dolores. Aún me siento algo irritada en ocasiones y grito. Sigo siendo yo, pero más en paz. Mi familia siente esto y estamos más unidos. Todos los que me conocen me han dicho que fue una buena experiencia. (Pahnke et al.,1970)
El dramático éxito de este primer intento puso en marcha un nuevo enfoque de investigación, el estudio de psicoterapia psicodélica en el tratamiento de pacientes con cáncer terminal. El trabajo evolucionó durante las siguiente dos décadas e incluyó pacientes que fueron diagnosticados con cáncer pero no exclusivamente terminal. En 1967 los resultados de los primeros seis pacientes con cáncer fueron presentados por el Dr. Walter Pahnke en un encuentro de la Asociación Americana de Psiquiatría.
En 1972 fue publicado el último estudio con LSD de esta serie. Treinta y uno (31) enfermos con cáncer terminal que sufrían de ansiedad, depresión y dolor incontrolable recibieron de 200 a 500 microgramos de LSD, usualmente administrado intramuscularmente. Fueron permitidas múltiples sesiones en el diseño del estudio, pero sólo tres de los pacientes recibieron más de una sesión. La primera técnica canadiense había sido ya modificada para incluir más psicoterapia y los pacientes recibieron preparación intensiva (de 6 a 12 horas durante 2 a 3 semanas) y cuidados posteriores. Antes y después de cada sesión con LSD, el estado físico y emocional de los pacientes fue medido por: médicos, enfermeras, familiares, el terapista de LSD, y un trabajador independiente. También se incluyeron medidas en el uso del narcótico. En una medida global de mejoras que conjuntaba las calificaciones de los observadores antes mencionados, 9 pacientes (29%) mejoraron dramáticamente, 13 pacientes (42%) mejoraron moderadamente y no se mostró ningún cambio en 9 pacientes (29%). El alivio del dolor fue persistente por un periodo de semanas o meses después de la sesión. Este resultado fue estadísticamente significante (p<.001). La cantidad de medicación disminuyó pero no fue estadísticamente significante. Hubo muchas complicaciones porque otras medicaciones psicoactivas estaba presentes (hipnóticos, tranquilizantes y fenotiazinas) y no fueron tomadas en cuenta sistemáticamente en el estudio. También algunos pacientes reportaron que el dolor que era insoportable antes de la sesión, se hizo soportable después de la sesión usando la misma cantidad de medicación. (Richards et al., 1972).

Factores extra-farmacológicos: Set and setting

Los resultados preliminares del estudio piloto con alcohólicos, pacientes neuróticos, y pacientes con cáncer fueron un reflejo del convincente tratamiento con LSD y psicoterapia, en este ambiente de expectaciones optimistas y coherentes. Este Set and setting dinámico fue consecuencia de factores inconscientes y conscientes entre el equipo de investigación. El ambiente interpersonal fue diseñado con propósito de que todos los factores de entusiasmo de todo el personal contribuyeran en la preparación del paciente para un cambio de vida místico y fundamental.
La moral del equipo de investigación era excelente, estando todo su tiempo participando en este nuevo y excitante tratamiento. En cierta forma, ellos creían que podían ofrecerles esperanza a muchos pacientes.
El nivel de mejoría usando el tratamiento experimental en alcohólicos puede ser demostrado cuando los resultados son comparados con las mejorías que tuvieron los pacientes utilizando el tratamiento de rutina del hospital. En un estudio que empezó en 1963, 69 pacientes mejoraron significativamente en todas las escalas de la MMPI (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota), exceptuando la escala de hipomanía. Las conclusiones fueron que ningún paciente fue lastimado y algunos pacientes mostraron una gran mejoría. En esta cambiante población de pacientes, 23 pacientes (o 33.3% de la muestra) continuaron abstinentes durante los siguientes seis meses. El resultado del tratamiento convencional era de sólo el 12% de rehabilitación en un estudio de rutina del hospital Spring Grove (Kurland et al., 1971 p.92 y Kurland et al., 1967).
El equipo de investigación se dio cuenta que el siguiente paso era un estudio más riguroso con un grupo control. Considerando las primeras investigaciones de Kurland que mostraban que un verdadero procedimiento doble ciego era imposible de mantener, se diseñó un estudio con dosis bajas de LSD como la condición control. Una dosis baja produciría efectos fisiológicos, alteraciones en el estado de ánimo, y cambios perceptuales únicos del LSD sin una reacción psicodélica completa. La experiencia tope o mística fue considerada como el catalizador motivacional y transformacional. El uso de 50 microgramos de LSD como control, también permitía una evaluación  del poder que tenía una dosis mayor y del estado místico de ésta que sería contrastado con la catarsis emocional y la resolución psicodinámica  de una dosis baja. El mismo motivado equipo trataría ambos grupos. La hipótesis fue que solamente el grupo de dosis alta podría tener experiencias místicas y serían los que mejorarían más.
En este estudio participaron 135 pacientes que fueron asignados aleatoriamente al grupo de dosis alta (450 microgramos) y al de dosis baja (50 microgramos) del tratamiento con LSD. Varios test psicológicos fueron administrados antes de la aceptación en el programa y una semana después de las sesiones.  El progreso de los pacientes fue monitoreado en 6, 12 y 18 meses después de completar el programa de terapia.
Una semana después de la sesión ambos grupos del tratamiento demostraron estadísticamente  mejoría significativa en los resultados de sus test. El seguimiento de los resultados fue hecho por un grupo independiente de trabajadores sociales. Ellos indicaron que el 44 por ciento del grupo de dosis alta fueron “esencialmente rehabilitados” a los seis meses. Solo el 25 por ciento del grupo de dosis baja cumplieron este criterio al mismo tiempo. La abstinencia fue del 53 por ciento del grupo de dosis alta y 33 por ciento del grupo de dosis baja a los seis meses. El resultado fue estadísticamente significativo (p<.05). A un año de la terapia no hubo diferencias significativas estadísticamente entre los dos grupos. Aun así a un año y medio después del tratamiento, la psicoterapia psicodélica fue exitosa con la mitad de los alcohólicos tratados en este programa (los grupos de dosis altas y bajas combinados). Los alcohólicos que recibieron terapia convencional tuvieron una mejoría del 12%.
Los resultados mostraron un fallo interesante. El equipo no apreció completamente el impacto positivo de su propio  espirit de corps y entusiasmo que habían cultivado cuidadosamente. La inspiración del equipo creció, impulsada por compartir las experiencias místicas que habían tenido los pacientes en sus sesiones con LSD. Esto estimuló aún más el valor ejemplar puesto en el ser humano por los investigadores mismos. Este grupo motivado de terapistas trabajó sorprendentemente bien. El grupo control de 50 microgramos mejoró más de lo que se esperaba. Algunos pacientes tuvieron experiencias místicas completas con éstas dosis bajas de LSD. Otros trabajaron significativamente en sus conflictos interiores bajo circunstancias terapéuticas ideales. La hipótesis de este estudio diseñado cuidadosamente resultó ser el problema más grande:  ya que el “control” era en si mismo LSD,  y fue un  activador importante de las relaciones terapéuticas incluso a dosis bajas, cosa que no se había reconocido anteriormente. Las dosis bajas resultaron ser otra condición experimental más que el control. El impacto de la dinámica positiva del personal fue profundamente subestimada.  La combinación de estos factores sobre drogas y aquellos no relacionados con drogas produjeron resultados equivocados.
Otra conclusión posible fue que la psicoterapia sola era mucho más efectiva con alcohólicos de lo que sugería cualquier otro estudio en la literatura. De todos modos, el grupo experimental y el “control” produjeron más mejorías importantes que estudios de rutina previos del tratamiento del hospital. Aunque la búsqueda de un control adecuado no fue exitoso en este estudio, los factores no relacionados con la droga resultaron ser más importantes de lo que este grupo de investigación había anticipado. (Kurland et al.,1971).

La evolución de paradigmas y el enfoque terapéutico

Desde 1963 a 1976 las técnicas terapéuticas empleadas en esta investigación maduraron y cambiaron. El personal clínico también cambió completamente durante este tiempo. Los primeros esfuerzos de investigación psicoterapéutica fueron una aplicación directa de la técnica canadiense de terapia psicodélica. El enfoque psicodélico (la mente manifestándose). Esta técnica, como fue practicada en Spring Grove, usaba una única dosis alta de psicodélicos en un ambiente especializado, antifaz, audífonos y música seleccionada especialmente para la sesión.  La psicoterapia convencional interpretativa fue principalmente un periodo de preparación para la sesión con LSD. En este método hay un periodo de preparación donde el terapista explora el historial del paciente con el objetivo de establecer una relación y preparar al paciente para una única sesión con dosis alta de psicodélicos. Cuando el LSD es usado en este procedimiento, las dosis varían 250 microgramos a 800 microgramos y la sesión dura de 8 a 12 horas. El terapista principal y el co-terapista del sexo opuesto estaban en atención constante durante todo el día de la sesión con LSD. La mañana y la tarde de la sesión con LSD se pasaba escuchando música con audífonos, usando antifaz para bloquear el ambiente externo y permitir un enfoque contemplativo interior. Se programaban programas musicales y eventualmente una terapista musical se unía al personal por tiempo completo. Ella elaboraba secuencias musicales que acompañaban la sesión con psicodélicos. Música clásica y de coros se tocaba para apoyar  y expresar la expansividad, la profundidad, el sentido de lo sagrado y otras fabulosas cualidades de la experiencia psicodélica. La técnica se enfocaba en facilitar el camino a la experiencia trascendental (Bonny y Pahnke, 1972). El equipo terapéutico usualmente no ofrecía una interpretación, en cambio ofrecía soporte emocional y compañerismo. Por la tarde el paciente podía pararse y experimentar estímulos visuales, por ejemplo fotografías de su familia o hermosas escenas artísticas. Los accesorios lograban un gran efecto en la  terapia con psicodélicos.  Una larga y única rosa roja era parte de cada sesión. Durante la tarde se le pedía que observara largo rato la rosa bajo los efectos del LSD. Se les pedía a los pacientes que se miraran así mismos en un espejo así tal vez podrían observar los efectos de pensar sobre su pasado como alcohólicos. Después de la sesión con drogas la terapia se enfocaba en consolidar motivaciones positivas para un cambio, a partir del pico de la experiencia hacia todos los días de su vida.

La orientación psicolítica ejerce influencia

En 1968 Stanislav Grof, un psicoanalista checoslovaco, se unió al equipo de investigación con psicodélicos. Este evento marcó una etapa de crecimiento y transición para el personal terapéutico. Grof había desarrollado un complejo esquema teórico para entender la fenomenología de la experiencia psicodélica y había hecho un cuidadoso trabajo bajo el enfoque psicodélico. El Enfoque Psicolítico incluía el uso de varias dosis bajas con psicodélicos en una terapia orientada psicoanalíticamente o mediante psicoanálisis. Las dosis usadas con una droga como LSD fueron de 75 microgramos a 250 microgramos. Las sesiones típicamente continuaban de seis meses a dos años. El proceso incluía un análisis en profundad de las experiencias con psicodélicos antes y después de cada sesión. El objetivo de este tipo de trabajo es descubrir psicodinamicamente material relevante incluyendo memorias reprimidas de la niñez.
Esto sería facilitado por las experiencias místicas experimentadas. Estas profundas experiencias facilitarán al paciente una posición filosófica donde la vida tendría un nuevo significado: la vida misma es intrínsecamente sanadora. Memorias difíciles fueron aceptadas fácilmente desde este nuevo enfoque. Este enfoque combinó los efectos positivos de los paradigmas psicodélicos con los paradigmas psicolíticos. (Di Leo 1975-76, Grof 1969).
Eventualmente, la división de ciencias clínicas del Centro de Investigación Psiquiátrica de Maryland realizó muchos estudios usando enfoques psicodelítico o psicodélicos ampliados con pacientes neuróticos  externos y con pacientes alcohólicos internos, administrando sustancias con duración de acción más corta  que el LSD, como la dipropiltriptamina y la psilocibina. (Richards and Berendes 1977; Rhead et al., 1977). Los resultados de estos estudios y un estudio piloto (Yensen et al., 1975) que exploraron el uso de drogas con efectos psicodélicos suaves como el MDA (3,4-Metilenidioxianfetamina) en pacientes neuróticos, tuvieron resultados prometedores.
En este último análisis, el paradigma psicodélico resultó ser el más útil en los estudios de pacientes con cáncer terminal (Richards et al., 1977), mientras el nuevo paradigma, resultó ser más prometedor en neurosis y desordenes de la personalidad. (Richards y Berenders, 1977-78; Yensen, 1976).

De la terapia psicodelítica a la terapia holotrópica.

Grof evolucionó una nueva orientación del enfoque psicodelítico. A este nuevo enfoque le llamó holotrópico, que significa mover o crecer sobre la totalidad. El nombre y el enfoque reflejaban profundamente un punto de vista optimista de los mecanismos sanatorios intrínsecos liberados por los estados alterados de consciencia.
Por una parte, la modalidad Holotrópica no se enfocaba directamente sobre resistencias, en cambio se basaba en los efectos alterados de consciencia para explorar las defensas y resistencias de la misma. Esto lleva a una actitud referente a los psicodélicos como parte esencial del método terapéutico. Si los resultados no se dan en una sesión, entonces otra sesión será necesaria. Esta es una formulación válida porque permite evolucionar la relación terapéutica, pero es débil porque ignora la posibilidad de un bloque terapéutico. Como consecuencia, no destaca la necesidad de las habilidades del terapista para interpretar el material de una sesión psicodélica.
Por otra parte, Grof ofrece un mapa completo del territorio del viaje interior psicodélico. Esta teoría enlaza emociones de la niñez a grupos globales de afecto asociado con el trauma de nacimiento. La intensidad de los estados alterado lleva finalmente a un inconsciente transpersonal y a varios tipos de experiencias más allá de los límites del tiempo y espacio del ego. Este es el mapa más meticuloso y de mayor alcance de consciencia producido en la investigación científica de la psique humana. Enlaza las profundidades de la psique con la creación esencial del universo. (Grof, 1988).

domingo, 23 de marzo de 2014

Lecciones de la Terapia Psicodélica

Traducción al castellano del artículo de Richard Yensen que originalmente apareció en el boletín de MAPS Volumen XX, Número  1.

Los psicodélicos tienen un efecto remarcable en la relación terapéutica y el proceso de psicoterapia. El uso de psicodélicos en una relación terapéutica permite la amplificación de elementos esenciales en el proceso de la terapia. Especialmente en una intensa intervención que está diseñada para vencer el miedo, la ansiedad y la pérdida del sentido de la vida en casos terminales.
La gente que se enfrenta con su propia muerte, lo hace con el último gran misterio de la vida. Lo que sigue después de este mundo es desconocido. Tenemos reportes de experiencias cercanas a la muerte,  y la explicación de varias religiones acerca del más allá, pero nada con certeza.
Las esperanzas, las ansias y la desesperación del paciente que se acerca a la muerte, y la de sus seres queridos, se proyectan en esta pantalla de lo desconocido. Una experiencia psicodélica puede aportar un tipo de acercamiento a ese proceso, es una oportunidad de experimentar una previsualización de cómo es entregar la imagen que tenemos de nosotros mismos y que fue ganada con esfuerzo, a lo desconocido.      Esta muerte del ego, o trascendencia, es el eje central de la asistencia que puede ser otorgada por drogas psicodélicas en un ambiente propiamente manejado.
La muerte del ego puede ser poderosa físicamente e incluye síntomas físicos como el pulso débil y la respiración entrecortada, o puede ser más eidética, incluyendo una extrema modificación del sentido de sí mismo.  O también puede ser más simbólica e integradora.  Sobre esto, recuerdo la experiencia de mi primer paciente en terapia psicodélica. Joe era líder de un sindicato de trabajadores.
Nos pidió acercarnos (al terapista y co-terapista) al sillón. Nos tomó de las manos. Habló de cuando era niño, las dificultades que tuvo al ser muy pobre, la alegría de la profunda identificación que tenía con su padre y los sufrimientos de su padre. Joe nos dijo que estaba experimentando  los sufrimientos de su padre como propios, y al mismo tiempo era el sufrimiento de  todos los hombres-el sufrimiento de sobrellevar las dificultades de la vida; el dolor, la desilusión, y el horror de estar vivo.  Se describió viendo la bandera americana, barras y estrellas; las barras eran rojas como la sangre. Después dijo: “me siento como si me convirtiera en la sangre que corre por mis venas. ¡Es sangre Irlandesa! Hay fortaleza, siento la fortaleza de los irlandeses; la fortaleza noble del trabajador. Puedo sentir el significado del sufrimiento, de mis ancestros irlandeses. Son obstinados y fuertes. “  Joe dijo que experimentó los ideales y sueños que trajo su gente a los Estados Unidos cuando inmigraron. “Querían acabar con el dolor, la injusticia y el sufrimiento –no solo para ellos mismos, sino para todos nosotros. Comparto este sufrimiento. Ha sido mi trabajo seguir con esas ideas como líder del sindicato.” Nos percatamos de los sutiles cambios de identidad mientras nos tomaba de las manos, hablaba de hacerse viejo y lentamente unía su identidad con la de su padre, después con la bandera, luego con su sangre y ancestros, y finalmente con el propósito de su vida. Esta muerte del ego es un sutil cambio de identidad, y un cambio hacia la trascendencia de su estado de separación;  el fuerte sentido de sí mismo prevaleció mediante su altruismo. Después de esto, Joe capituló la trayectoria de toda su vida. Compartimos y revivimos momentos de profunda emotividad, momentos de triunfo y fracaso.
El resultado de esta experiencia fue un paradójico alivio del componente emocional del dolor que él sentía. Fue capaz de decir que aunque sintió considerable dolor físico, su significado cambió ahora que se dio cuenta que estaba muriendo. Su estado de ánimo era radiante y los familiares que fueron por él después de la sesión gozaron con nosotros el maravilloso final de la experiencia. Después de este tratamiento, disminuyó considerablemente su necesidad por medicamentos para el dolor.
Sharon era un médico que fue diagnosticada con cáncer. La sesión con LSD tomó lugar en un hospital. Pesaba 80 libras cuando fue la sesión, y sufría anemia. Cualquier esfuerzo físico le causaban dificultad respiratoria y ansiedad al sentir que no podía respirar. Durante el inicio de la sesión con LSD la angustia se le presentó de manera alarmante.  Gritó sobre lo angustiada que se encontraba.  Se sentó y después se acostó en la camilla mientras escuchaba la música que le poníamos en sus audífonos.  De repente se arrodilló y dijo “¡la única vez en mi vida!”
Se puso de pie y la ayudamos a que no se cayera de la camilla. El co-terapista y yo, cada uno en un lado de la camilla, tomamos sus manos y así pudo sostenerse. Sharon flexionó sus rodillas y se balanceó como si estuviera sobre una plataforma en movimiento. Su cara ahora era radiante. Dijo: “finalmente, en el centro del anillo” “soy realmente yo, una estrella de verdad” Sostuvo esta tensa postura durante varias horas. Ya no necesitaba nuestra ayuda, no respiraba con dificultad, en cambio se mostraba llena de vigor, disfrutando un viaje balanceado después de mucho esfuerzo. Después de una vida de dominación por parte de su hermana mayor, y de regaños por parte de sus estrictos padres, ahora ella era capaz de rescatar su esencia.
De repente Sharon se vio rodeada de luces, olía a aserrín, y escuchaba a varios admiradores gritando. Ella montaba tres caballos blancos. Sus manos extendidas, sosteniendo las riendas, sus pies posados en los otros dos caballos. Cabalgó en círculos, profundamente satisfecha y conectada con su lado heroico. Esta experiencia fue profundamente sanadora y fortificante.  Disfrutó un resplandor radiante y sanador que le duró por meses después de la sesión. Su condición física mejoró dramáticamente después de la sesión con LSD. Regresó a sus 140 libras. Su oncólogo concluyó que esto fue “una de las más dramáticas remisiones.”
Experiencias como esta no están contenidas en una droga, tampoco están definidas por los efectos específicos de una droga psicodélica en particular. En cambio estas son experiencias en la conciencia que reflejan, mediante amplificación psicodélica, el enriquecimiento emocional y la seguridad que creció por horas de terapia preparatoria. Hay una sintonización especial entre un terapista con nociones de psicodélicos y su paciente. El terapista sabe, por su experiencia personal, las profundidades sanadoras que pueden ser posibles para el paciente. También saben que no hay certeza. Una experiencia trascendente no es algo que debe ser forzado; es un evento espontaneo en la conciencia del apoyado y bien preparado viajero que entra en el hermoso  y salvaje mundo de la mente.
Las medicinas psicodélicas son herramientas poderosas que requieren el propio entrenamiento de terapistas para que se realicen los resultados óptimos. La naturaleza del entrenamiento es multidimensional porque, en mi opinión, debe incluir psicoterapia personal  con una serie de sesiones psicodélicas. La profunda experiencia de los estados psicodélicos, y el efectivo entendimiento de nuestras propias psicodinámicas en una dimensión personal y transpersonal, es esencial para el seguro, responsable y efectivo uso de estas drogas.  Una capacidad de entrega personal a los psicodélicos, incluyendo la muerte del ego, es un prerrequisito para cualquier terapista efectivo.
La guerra contra las drogas ha creado una atmósfera política muy represiva que ha eliminado el entrenamiento  adecuado. Quizás la más grande tragedia de esta represión es la pérdida del linaje: no hay forma legal para terapistas mayores de entrenar a nuevos terapistas en el proceso de la rendición del ego. Una generación de experimentados terapistas está por perderse. El Centro de Investigación Psiquiátrica Maryland fue la última institución que tuvo ayuda financiera y permiso político para entrenar a sus terapistas de esta manera. Desafortunadamente la MPRC (Maryland Psychiatric Research Center) cerró sus puertas a la investigación psicodélica en 1977. Es muy bueno que MAPS esté trabajando por permisos para poder administrar entrenamiento psicodélico a terapistas.  Uno solo puede esperar que se pueda encontrar alguna forma para permitir que los terapistas  con experiencia entrenen a otros como fue dicho antes, y así comenzar el proceso de pasar todo su conocimiento mediante éstas sesiones de entrenamiento.
¿Cómo puede el psicoterapista poder ofrecerle algo al paciente terminal? Solamente el terapista que ha vivido una profunda recapitulación de su vida, de sus primeros años de vida y de una muerte convincente del concepto de sí mismos, es quien puede ofrecer una guía sólida al paciente en una profunda sesión psicodélica. Mediante este tipo de entrenamiento el terapista enfrenta la muerte, con la ayuda de un mentor solidario que ha  experimentado antes las mismas profundidades. Experimentando una convincente experiencia de muerte, el terapista obtiene la experiencia personal necesaria para ofrecer apoyo compasivo,  así el paciente puede enfrentar el último misterio de la vida.


viernes, 21 de marzo de 2014

Mujeres y morfina

Traducción al castellano del capítulo Women and morphine, del libro de Barbara Hodgson In the arms of Morpheus. Firefly Books, 2001.

Elizabeth Barrett Browning, Louisa May Alcott y Alice James tomaban láudano y notablemente aún en mayores cantidades, morfina. A Alcott(1832-88), la autora de Little Women, le dieron morfina en 1862, probablemente para combatir los efectos del mercurio, prescrito con el nombre de calomel, el cual a su vez se le dio después de ser diagnosticada con neumonía después de haber servido como enfermera de soldados en la Guerra Civil. Enferma la mayor parte de su vida adulta, Alcott sufrió dispepsia, insomnio, catarro, tos, falta de apetito, tuvo una úlcera en la garganta y perdió la voz.
Alice James (1848-92), la hermana invalida del novelista Henry James, después de haber sufrido una serie de colapsos nerviosos, no sólo tomo opio y morfina, también trató con electrochoques, hipnosis y otras dos misteriosas curas, “motorpatía” y “el tratamiento Monro”. A uno de sus hermanos, William,  le fue administrada morfina casi constantemente para aliviar sus dolores antes de su muerte.
Ella se convirtió en… ¿Cómo se dice?... Una morfinómana… Hay una sociedad entera así… Cuando se juntan, cada una de estas mujeres, trae consigo un pequeño estuche plateado con sus agujas, el veneno… y wham! en el brazo, en la pierna… No te hace dormir… pero se siente bien. Alphonso Daudet, L’Évangeliste.
El uso de la morfina por Alcott y James puede ser visto como parte antecesora a la experiencia que tuvieron las mujeres de  clase media después de 1850. Según el siglo iba avanzando y la jeringa era cada vez más aceptada, la morfina fue adoptada por otro grupo, menos definido. Mujeres de todos los niveles económicos comenzaron a inyectarse morfina, algunas veces por razones médicas y otras en búsqueda de euforia. Y su hábito no fue confinado a cuartuchos viciados como anteriormente fue hecho; fue al aire libre, incluso luciéndolo. Estadísticas confiables son difíciles de encontrar, pero numerosas referencias implican que el uso de jeringas entre el público del teatro fue tan común como el uso de cigarrillos. El uso de morfina por mujeres, alcanzó su pico máximo a finales del siglo diecinueve.
Muy seguido he visto gente con un arsenal de instrumentos para inyectarse, que gracias a sus doctores, han tenido siempre una solución de morfina a su disposición, lo suficientemente fuerte para envenenarlos. Incluso las damas pertenecientes a las clases más altas, van tan lejos en mostrar su gusto por la morfina que tienen estuches y botes hechos artísticamente con joyería. Dr. Zambaco (c. 1887)
Para finales de la década de 1800s las actitudes hacia el opio estaban cambiando. La adicción a las drogas, ahora reconocida, fue debatida y denunciada; fumar opio fue legislado, especialmente en América del Norte; patentes de medicinas y sus creadores fueron perseguidos –en 1906 fueron aprobadas las leyes, en Estados Unidos e Inglaterra, que regulaba tales medicinas. Todavía en 1908, el Examiner de San Francisco publicó una página completa exponiendo los kits de joyería para morfina –con sus viales y jeringas- disponibles en tiendas de moda de Nueva York. Titulado “Has it come to this?” el artículo denunciaba con indignación: “Las mujeres más ricas y a la moda están recibiendo, en las celebraciones más sagradas como Navidad, regalos de felicitación que evidencian su esclavismo a uno de los más desagradables y ruinosos vicios.” Los estuches costaban de $135 a $500 dólares, pero los altos precios no las disuadían, una mujer fue vista ordenando más de dos.
Que esta tendencia haya llegado pronto a las clases más bajas no fue sorpresa. Upton Sinclair escribió sobre la adicción a la morfina a principios de 1900 en Chicago. En su novela The Jungle (1906), Marija, una inmigrante pobre que ejercía la prostitución declara: “la madame siempre les da morfina cuando llegan, y le toman el gusto; ya sea que lo tomen para dolores de cabeza o cosas así, y adquieren el hábito. Yo lo tengo, lo sé; he intentado dejarlo pero nunca lo haré mientras esté aquí.”
Los hombres de clase media y baja no fueron la excepción, pero su adicción se expandió a un campo mucho más grande.  Los hombres podían beber alcohol, fumar cigarrillo e incluso fumar opio, comportamiento que no era permitido para las mujeres, al menos abiertamente. El uso médico de la morfina, junto con medicinas opiáceas, fue para ellas, al menos por un tiempo, una legítima vía de escape.
La adicción a la morfina entre médicos fue significativamente alta para llamar la atención; aunque el problema fue global, se vio principalmente en Francia, sin duda debido a los escritos de Léon Daudet y Oscar Jennings, este último adicto a la morfina por un tiempo. Los médicos tenían un suministro regular de drogas, sus horarios eran largos, las condiciones eran estresantes y vieron en la morfina un alivio a primera mano. Jennings reportó en su libro  The Morphia Habit (1909) que “el 20 por ciento de la mortalidad entre personal médico era debido a la morfinomanía.”
León Daudet fue doctor, periodista, novelista y nunca tomó opio, prefirió en cambio dos y media botellas de vino al día. Denunció la drogadicción en su novela La Lutte (1907), la cual fue basada en sus experiencias como médico interno. El héroe es un joven doctor con un brillante futuro que en algún momento descubrió que tenía tuberculosis. Desesperado por un alivio, tomó morfina.
El médico húngaro Géza Csáth comenzó a usar opio en 1909 y un año después comenzó a inyectarse morfina. Después de combatir en la Primera Guerra Mundial empezó a llevar navajas consigo, contrató a detectives para seguir a su familia y después le disparó a su mujer frente a su hija. Lo metieron en psiquiátrico de donde escapó al poco tiempo. Cuando fue detenido de nuevo, tomó un veneno y murió. Su cuento “Opium” es una apología de su debilidad, en un pasaje de 1913 en su diario, escribe: “Cometer pecado, dañarme a mi mismo sin disfrutarlo, esto es lo que más me atormenta. Si tuviera una pistola frente a mí, en momentos como este, me volaría los sesos, aquí mismo.”
Como el láudano, la morfina fue escrita como parte de la vida de todo tipo de personas, especialmente por los novelistas franceses y especialmente en los decadentes 1890s. Alphonse Daudet trabajó en su novela de fervor religioso, L’Evangeliste (1883), que incluye todo su conocimiento sobre la morfina.  El novelista y guionista Rachildre escribió sobre la adicción a la morfina en su guión Madame La Mort (1891). Les Imprudences de Peggy de Meg Villar, fue una sátira de Colette y su círculo de amigos, donde muestra a barones adictos a la morfina.
Y luego estaban los novelistas que condenaban a la morfina y a la decadencia por igual. Noris (1883) de Jules Claretie, Morphine (1891) de Jean-Louis Dubut de LaForest, La Possédés de la morphine (1892) de Maurice Talmeyr, La Comtesse Morphine (1885) de Marcel Mallat de Bassilan y La Morphine de Victorien du Saussay fueron fervientemente obras anti-morfina.
En La Morphine, una novela sobre adicción, curas fallidas, incesto y adulterio, desesperado por morfina el adicto Raoul vive en absoluta pobreza con su esposa, Blanche. Cuando Blanche guarda algún dinero para gastos del hogar, Raoul la golpea sin sentido por tomarlo. Su hermana Therese, no consumía morfina pero sus otras dos hermanas, prostitutas de clase baja Antoinette y Jacqueline, eran conocidas adeptas, adictas. En una encantadora escena de intimidad familiar, Raoul, Antoinette y Jacqueline comparten la jeringa de Raoul, que fue un regalo de navidad de su comprensible hermana Therese.
El Capitán Pontaillac se inyectó en público una ampolleta de morfina en su pierna, en el Café de la Paix, frente a sus impresionados amigos. Luce Moldays le arrebató la jeringa –también llamada Pravaz en Francia- y la pasó al Mayor Lapouge:
“¡No te lo devolveré, Capitan! Lo romperé con mi tacón” exclamó Lapouge, de pie.
“No te preocupes por eso, Mayor; ya  tuve mi dosis. Tengo otra Pravaz en mi bolsillo, y catorce más en casa.”
En La Morphine de Victorien du Saussay, Raoul, un morfinómano, ataca a su mujer Blanche, porque ésta le esconde dinero. Ilustración de Manuel Orazi. Paris.

martes, 18 de marzo de 2014

Entrevista con Salvador Roquet. Segunda parte.

Segunda parte.  Ver primera parte en: http://joechipnotdie.blogspot.mx/2009/03/entrevista-salvador-roquet-primera.html


¿Del universo?
Del mismo hombre, en principio. Después más allá, si se profundiza con el tiempo. El loco es un niño de un año, de dos años, es un primitivo. Poca diferencia hay entre un loco, un niño y un primitivo. Obsérvalos y verás. Tienen mucho en común los tres, y tienen algo indiscutiblemente común, que es un primitivismo, su impulsividad y sensibilidad. Son pozos de sensibilidad. ¿Qué es entonces la locura? Es un regreso desesperado del ser humano que se niega a dejar de sentir, va a la sensibilidad a pesar que equivocadamente busca el no sentir. Ahí están dos fuerzas antagónicas. En su afán de no sentir llega a su sensibilidad. Resulta hasta poético. Lo hace de manera afanosa, no le importa vivir la situación que sea. Así como en la postura de no sentir le importa poco destruirse. Va entonces a la fuente, al origen de su sensibilidad que es la locura. El primitivo, el niño, el loco tienen una sensibilidad extraordinaria. El ser humano que llega a la locura va a recuperar lo perdido, lo extraviado por haberlo enterrado con la complicidad de la sociedad, a través de sus planes de educación, valores, ideas. Para llegar a esto la psicosíntesis no quita validez, a las teorías freudianas, jungianas, de Adler, Fromm, ni a la reflexiología, conductivismo y la teoría del aprendizaje. No; les da fuerza, las complementa. Integradas podría lograrse una concepción exacta. Pero nuestro afán separatista, nuestra ausencia de amor precisamente, hace que cada teoría quiera vivir por sí sola aparte de las otras. Están sostenidas por hombres y vienen los fanatismos, los sectarismos y la pugna de unos con otros, y desaprovechan algo que ellos mismos crean. Si el f reudiano y el frommiano dejaran de ser vanidosos… Y es intelectual porque es vanidoso, y es esto por su inseguridad, por su miedo, por su complejo de inferioridad, porque no se ama. El mismo fragua su trampa. Va viendo la luz y fragua su prisión, su cárcel.
Fromm ha incursionado en el budismo zen.
Sí, pero se pierde. Escucha a Ejo Takata y sentirás otro  concepto del budismo, no del libro Zen budismo y psicoanálisis, no ese concepto distorsionado. No me refiero a Suzuki, sino a la interpretación que da Fromm. Y la gente no lo capta, no lo hace por su tendencia a idealizar, a sostenerse en sus limitaciones, en sus dogmatismos y sectarismos, en el grupo que se cree único por su actitud de autosuficiencia, de non plus ultra, de superhombres… Mira, también en esto cómo han desprestigiado a Nietzsche. Su concepto de superhombre es tan distinto. Su anticristo es religioso, es Cristo.
¿Cuáles son los fines de la psicosíntesis?
Tiene dos fines:  el encuentro de la sensibilidad y reintegrar la personalidad. La primera está enterrada por todo lo agregado, por las situaciones falsas, las capas de supuestas que aplastan la originalidad y creatividad del ser humano. Son fardos, como dice Gorki en su libro sobre la angustia. Este autor habla de la sensibilidad también, y mira, acabo de leer un libro semejante. Me quedé espantado sin saber si me había plagiado o yo lo había plagiado. Es Cartas al Greco de Katzan-zakis. No cabe duda, lo plagié porque la obra ya existía y el autor murió. Volviendo al tema, a la vez que eliminas ese fardo que aplasta la sensibilidad quitas la distorsión de la personalidad. No sólo aplasta la sensibilidad sino la personalidad en sí, lo que implica situaciones artificiales, venidas de cosas agregadas. Los dos fines que tenemos es quitar la carga, para que emerja la sensibilidad y entonces se reintegre la personalidad en sus elementos esenciales. Eso pues logra la psicosíntesis. Las cosas agregadas son las que el subconsciente ha engullido, las represiones, las frustraciones, los deseos no satisfechos, las agresiones, la violencia, todo lo primitivo. Ya en esa reestructuración se analizan situaciones. Puede seguirse entonces a Freud o a Fromm. A fin de cuentas esas situaciones son pantallas que encubren, son barreras que deben salvarse para ir a la raíz y liquidar todo residuo.
¿Cómo se llega a la locura, al inicio de la integración?
En general, toda experiencia con alucinógenos, puede determinar cuatro etapas previas a la síntesis, la que viene cuando se pasó la desintegración, la locura. Hay una primera etapa que no tiene aparentemente ni pena ni gloria. Es una etapa preparativa, que condiciona lo que va a venir. En esta etapa se tiene una actitud de expectación,  en saber qué va a pasar, es de suspenso. Está matizada por el contenido del miedo.  Puede haber manifestaciones psicosomáticas, náuseas, mareos. O bien una actitud en apariencia tranquila, de espera con cierta postura de introversión. Puede irse a otro extremo, el miedo provoca una alegría, una actitud simulada para ocultarlo, una pseudoeuforia. La segunda etapa es la alucinante, o alucinógena por excelencia. Es la etapa dionisiaca, placentera, de la evasión, de la fuga; donde el snob o el jipo fragua su fantasía. Todos los que llegamos a tener una experiencia muchas veces caímos en ella. El mismo Aldous Huxley cayó.
¿Las puertas de la percepción es una fantasía?
Sí, no profundizo más. Esta etapa es algo como lo que describe Homero del viaje de Odiseo, de su viaje en que hay sirenas, brujas y gigantes. Hay la circunstancia de que los navegantes se salen de la ruta que los lleva a su fin. El relato poético lleva un gran contenido existencial, es realista: el hombre se sale de su fin, de vivir, y se queda en su fantasía, en un cuento de hadas, ahí se pierde. Así es esto. Es muy platónico, muy socrático.
¿En esta segunda etapa del viaje surgen fenómenos parapsicológicos?
No, creo que se alcanza en la tercera etapa. Claro que se condiciona desde la primera etapa. Su seriedad, su situación honesta y profundidad se logra en ese borde, en esa frontera que hay entre la tercera y cuarta etapas. La segunda etapa, para mí, es la más peligrosa. Por desgracia es la etapa que no le dan importancia. Toda esa propaganda, todo ese manejo político o demagógico sobre el uso y abuso de drogas no la toma en cuenta, no la valoriza. Te repito, es la etapa más peligrosa porque es la etapa de la fantasía. El jipi o el snob, por un sentido especial que detecta el peligro, rara vez cae en la tercera etapa del viaje, y todavía muy rara vez cae en la cuarta. Se detiene en la segunda etapa, ya sea por lo que tú quieras, por un conocimiento intituitivo, por cierta sensibilidad que ya se maneja en esta segunda etapa, que le hace detectar los peligros de la tercera y la cuarta. Entonces se queda en esta etapa placentera, de dolce vita, en la fantasía, en la actitud infantil, en la irrealidad. Imagínate si en un momento dado la juventud maneja los alucinógenos, tiene experiencias con ellos, y claro, indiscutiblemente cae y se detiene en esta segunda etapa; entonces si tiene importancia la reflexología, ahí se condiciona una fantasía, se alimenta y fragua un aprendizaje en  su mantenimiento, al grado que la persona se sostenga, salve la frontera de la adolescencia y llega a adulto en una situación permanente de fantasía. ¿Qué será de la humanidad y del mundo? ¿No crees que esto es un peligro espantoso?
Si, la fantasía lleva al aislamiento.
Al aislamiento y a la violencia, a todo lo destructivo y negativo. Este es el peligro que me provoca pánico, y es al que no dan valor. De por sí el ser humano vive en una fantasía. Con todas esas estupideces de pseudo valores que ha establecido, tras los cuales nos ponemos a correr. Ya es fantasía. Y lo que ha prevalecido, su imperio, sus banderas del mercantilismo. Yo creo que es la fantasía máxima.
¿Más peligrosa que la jipi?
Ahí se van. Pero no sé, siento que la jipi es más peligrosa porque es pasiva. En la otra hay movimiento; equivocado, pero lo hay. El jipi no es dialéctico, niega la vida. Y la vida es movimiento.
¿Tiene la pasividad de Buda?
No, la de Buda no es pasividad. Es meditación. El jipi maneja esta terminología, esta juerga, para su autoengaño; maneja el concepto de Dios, del amor, pero son distorsiones. Maneja el término meditación, pero son distorsiones. Es lo contrario, el jipi está haciendo            una alegoría, una panegiria de los sentidos, y no propiamente de los sentidos, sino de sus residuos. ¿Qué son las alucinaciones en sí? Son el producto, los residuos que quedan de lo que se ha  registrado a través de los sentidos. Son espejismos; lo que vivió Ulises. Y ve un dios que no es Dios; que es el demonio, la fantasía, la negación del amor. No hay ser más o tan dependiente que el jipi. ¿Y qué es el ser dependiente? El que busca la posesión; y el que posee es poseído. El poseído es el poseso, el que antes llamaban el endemoniado; es el poseído por el diablo, es el diablo, la negación de Dios y del amor. El que es dependiente no ama. Ese es el demonio, la negación de Dios, del amor, de la realidad del hombre, de la energía, de la vida. Tú dale cualquier denominación a Dios; no tengamos esa actitud tan limitada del creyente.  Si quieres no digas Dios; di energía o di Universo o di amor, es lo mismo. Y mira, lo alucinante, lo dionisiaco es del diablo, es un placer externo. Tú no estableces alucinaciones de cosas que no has vivido, siempre las estableces de experiencias vividas. Por eso te digo: es el residuo que queda, de la experiencia de sentir,  con los sentidos. Aquí caemos en lo socrático. En un diálogo sobre el tema escrito por Platón, Sócrates asegura que el cuerpo físico es la cárcel del alma, la cual existía antes –por asociación, hoy por la genética maneja una teoría: que el alma se hereda en los genes- y aprisionada las únicas ventanillas que tiene son los sentidos. Pero éstos están desvirtuados porque son cómplices del cuerpo que impide ver su propia alma. Es algo enajenante. Y fíjate, es el mismo pensamiento socrático en relación con las alucinaciones, las fantasías, la enajenación por los sentidos. Se mezclan conceptos científicos, filosóficos, teológicos. Siguiendo adelante, después de esta etapa sigue la tercera, la analítica. En ella el consciente se abate y el subconsciente aflora. A diferencia de la hipnosis y del sueño, el consciente no queda eliminado. No pasa como en éstos, donde es amordazado, es metido en una mazmorra y el subconsciente se aprovecha. Lo mismo pasa bajo los efectos del alcohol. No, no, aquí el consciente queda bajo una camisa de fuerza, se le amarra, y está de observador, presente, consciente, porque tú recuerdas. Es una cosa extraña, es un fenómeno único, es una experiencia única; hay que vivirla para entenderla. Cosa curiosa, aquí el subconsciente y el consciente están al mismo nivel. El consciente es observador de cómo el subconsciente se maneja libremente. Y no puede intervenir, meter las manos. Tú obedeces órdenes exclusivas del subconsciente, dices las cosas que no quisieras decir y tienes actos que no quisieras tener, y estás consciente de todo, te das cuenta de todo. Emerge el subconsciente y esta etapa no es nada placentera, es de angustia, de debatimiento, de enfrentamiento contigo mismo. El peligro, claro, es el impacto que se desencadena, y viene el querer evadirse pero en forma autodestructiva o de autocastigo. El riesgo es el suicidio. Mira todas estas cosas. Si los jóvenes las conocieran e hicieran conscientes, si se dieran cuenta, si lo valorizaran no cometerían la estupidez de las autoexperiencias. No se expondrían a tentar contra su vida. Lo hacen porque esto aún no les ha sucedido, porque desconocen datos de gente que ya ha consumado el suicidio por las mismas causas. En esta etapa ven que el mundo es horrible, tan tremendo que prefieren no vivir. No, hombre, él es terrible, es su mundo interno. Por último viene la cuarta etapa del viaje, la locura; que desgraciadamente, digo desgraciadamente abusan de ella para querer asustar a los jóvenes que tienen autoexperiencias, y logran el efecto contrario, porque ellos se carcajean y ríen. Dicen: “que ignorantes son éstos”. Y es lo que con menos frecuencia sucede, quedarse en el viaje. Se corre el riesgo, sí. Y es otra cosa que debe enfatizarse al joven. Sí, es lejano ese peligro, pero existe, y tú puedes quedarte en el viaje, temporal o permanentemente. Y dentro de esa situación de que te quedes o no en el viaje, te expones a otro peligro: todo psicótico es un delincuente en potencia. Tú puedes destruir, puedes matar en una situación que establezcas sin querer. Estás distorsionando la realidad y por lo común caes en estados paranoicos, siente que te persiguen y en una actitud defensiva agredes y puedes matar. Ves un grupo de gente, o crees que una persona fragua algo contra ti. Por tu distorsión y para defenderte matas, cuando en realidad tu víctima ni siquiera te tomaba en cuenta.  No es sólo el hecho de que te quedes en el viaje; quedándote o no te expones a este otro peligro. Es más que suficiente para no tener autoexperiencias. Tú no sabes cuando caerás en estos peligros, y pocos saben la magnitud que tienen. Yo no he oído en ninguna conferencia, no he oído a ningún psiquiatra, psicoanalista o psicólogo que señalen estas cosas. Manejan otras que están tan jaladas de los cabellos, como la genética, la influencia de los alucinógenos en los cromosomas.  Falso, yo he preguntado a toda la gente que trabaja en esto en Europa y en Estados Unidos y no hay nada, ni van a encontrar nada. Ya es tiempo de que el hombre lo hubiera encontrado. Además, tenemos la observación de nuestros indígenas mazatecas, huicholes y de otros indígenas de Latinoamerica que consumen otros alucinógenos, de los indios del sur de Estados Unidos que han maneja toda su vida el peyote. ¡Qué tan torpemente está manejada la campaña contra los alucinógenos! La basan con querer  meter miedo con fantasmas. Y a quién va la propaganda solo se ríen y dicen con razón: “Qué ignorantes y tontos son éstos”. Y yo, realmente me solidarizo con los jóvenes. Me solidarizo con el jipi, porque están queriéndolo manejar con fantasías. Consciente o no consciente, tratan de manejarlo con mentiras.
Y con represión.
Sí, agrégale una situación represiva estúpida y torpemente manejada. Y es que en el fondo no hay sincerad ni honestidad en esta campaña. Lo que menos les importa es la campaña ni acabas con las drogas, sino la imbécil demagogia, demagogia nacional e internacional. Es darle circo al pueblo. Si no, ya hubieran terminado con la terrible mafia de traficantes de estas drogas nefastas, las heroicas –morfina, heroína, opio.
Alcohol
A eso suma el alcohol. Bueno, y otros aspectos terribles que no debían apoyar, como es la prostitución, que en si es destructiva y está enlazada con el tráfico de drogas, y los actos delictuosos. Falta honestidad. Pero esto si no lo puedes publicar.
Si usted quiere que se publique, sí.
Sí, claro.
Hay una cobardía profesional de psiquiatras, quienes no se han asomado al mundo real de los alucinógenos.
Pero si se espantan de que se quiera trabajar en el terreno científico con alucinógenos. También consciente o inconscientemente, intencionado o mal intencionado, propician leyes y medidas absurdas. Ponen fuera de la ley los hongos y hay una contradicción porque al mismo tiempo la cocaína la venden en las cárceles y el peyote en los mercados. Mira, es un mundo de contradicciones tremendas.
Doctor Roquet ¿a quién hay que apelar a la razón? ¿a los jóvenes o a las adultos?
A los únicos que viven la experiencia. A los jóvenes. Los únicos que tienen posibilidades. Los otros, en su desconocimiento e ignorancia bajan una cortina y no quieren escuchar, se encierran en sus ideas. Hay mejor respuesta en los jóvenes. Yo tengo esa experiencia personal. La prueba es que tantos jipis que se nos han acercado, con gran experiencia en el manejo de alucinógenos, aceptan, cambian y nos hacen caso. Yo procuro ser lo menos insincero. No se les está mintiendo. Sí, los alucinógenos son estupendos, indiscutiblemente. Pero el problema es cómo se están manejando. Todas las cosas en la vida tienen sus aspectos positivos y útiles, y los negativos. Todo es un cuchillo con dos filos. Lo mismo puede ser para elevarte que para darte en la torre. Todo puede servir de instrumento de destrucción, de efecto negativo. Al amor miso se le distorsiona, y es un arma nefasta, el trabajo también. Dios mismo. En nombre de Dios se establecieron las cruzadas, en su nombre se creó esa institución tan tremenda y terrible como fue la Santa Inquisición. Y se han hecho persecuciones religiosas y luchas o guerras religiosas, en que mahometanos han matado cristianos, y éstos, judíos., ¿ves? Pero eso no quiere decir que Dios sea nefasto y no exista; que el amor no exista, que sea negativo. O que el trabajo sea negativo. Es el mal uso que se le da. Lo que también sucede con la energía atómica; es el último ejemplo. Tan extraordinaria que es en el avance y la felicidad del hombre, y sin embargo, cómo se desvirtuó y distorsionó su uso llevándola a ser mensajera de la muerte. Claro, con los alucinógenos se espantan por fantasmas. Por principio, ni siquiera tienen idea de lo que constituye el verdadero peligro. A lo que menos valor le dan es a la fantasía.
Manejan mucho el término “escape de la realidad”

No tienen idea. No lo entienden. Es un maneja equivocado. Es la realidad en función con el sistema de vida que se está llevando. Esa es su realidad. Ahora, en el caso del uso de alucinógenos entre jóvenes, la interrogante importante no está en su consumo, sino en porque los buscan o usan. Una campaña, un programa debe ir a la causa, a la raíz. No como estos señores, que andan por las ramas y no se van a la raíz. Y ésta radica en una búsqueda de evasión. Los jóvenes buscan huir, evadirse de sí mismos. No enfrentan sus problematicas. Huyen de sí mismos, de su problemática existencial, del enfrentamiento a todas las situaciones de la vida. Se evaden, no se enfrentan al conflicto que ha determina su situación. Es una evasión de sí mismo, evasión que funciona por su falta de seguridad y confianza en sí mismo. Su falta de integración. Todo obedece a problemas de su personalidad, lo cual deriva de incapacidad de amar, de su inmadurez. Todo esto viene de la integración, de los simientes de su personalidad, de sus primeros años de vida, de sus primeras experiencias de interrelación con sus padres, los elementos que integran su familia, su hogar. Esto quiere decir que la familia anda mal. Si claro, la familia anda mal, no garantizan ninguna cosa favorable para la integración de la personalidad del niño. Al contrario, resulta defectuosa, muy disolvente. La familia no reúne las condiciones para iniciar su capacidad de amar. Por otro lado, la educación que trasciende de la familia, que corresponde a la escuela, tampoco se realiza. No toman en cuenta la capacidad de amar, sólo el desarrollo del intelecto. Se desconoce, no se toma en cuenta, se margina el amor. Crean piezas para una gran maquinaria que es la sociedad, la misma que da origen y forma la personalidad. Porque si el individuo no vive  en sociedad, no integraría su personalidad. Por los intereses en que funciona la sociedad, crea personalidades defectuosas, enfermas. Bueno, para un programa contra drogas, tendría que irse a estas cosas. El programa debe tener dos posturas: una preventiva y otra curativa para aquellos que viven  el problema. ¿Cómo? A través de una orientación correcta, de divulgación de verdaderos conocimientos de estas cosas. Y buscar los medios para corregir o reorientar las personalidades defectuosas, a través de distintas terapias hasta desarrollar su capacidad de amor que está anquilosada. En la etapa preventiva hay que ir a los niños,  con nuevos programas de educación, hacer un intento en la reestructuración de la personalidad de los adultos, sobre todo de los padres. Precisando más, se requieren escuelas de padres, y en los niños escuelas realmente, pero realmente activos, de tipo integral, variando los conceptos que existen, considerando que el ser humano ni es sólo cuerpo ni sólo mente. Es una conjunción de los dos y hay que atenderlos de manera integral. Variar también el concepto que se tiene sobre instinto, que es tan equivocado, que lo asocian y lo relacionan con la moral. ¿Pero qué tiene que ver instinto con moral? Nada. Ves, eso sería ideal. En pocas palabras, considero que el joven de esta época es valiente, a diferencias de nuestras generaciones. Nosotros fuimos unos cobardes. En primer lugar, porque muchos hicimos consciente la situación que vivíamos, pero callamos, no protestamos. En cambio el joven actual sí ha protestado, mas esto lo ha manejado en actitudes equivocadas de rebeldía y con esto no se resuelve nada, al contrario fomenta el problema que vive y que en él es más intenso. El observa esto, la inmadurez de la sociedad, su enfermedad, su reino e imperio de violencia, de ausencia de respeto y de valores verdaderos, universales. Pero no va más allá. Por consiguiente hay una ausencia absoluta de la libertad, porque el occidental debe empezar por establecerse internamente. Si no hay esa libertad interna en el individuo no se puede lograr la otra libertad.



Extracto Entrevista a Salvador Roquet por Alfonso Perabeles
Revista Piedra Rodante, México, Noviembre 15, 1971