La cocaína es la droga más
estimulante que he usado. La euforia se concentra en la cabeza. Tal vez la
droga activa los centros de placer directamente en el cerebro. Sospecho que una
corriente eléctrica en el lugar exacto produciría el mismo efecto. Las propiedades
estimulantes de la cocaína solamente se pueden alcanzar debidamente por
inyección intravenosa. Los efectos placenteros no duran más de cinco a diez
minutos. Si la droga es inyectada en la piel, la rápida eliminación
debilita sus efectos. El efecto es
doblemente menor si se esnifa.
Es una práctica usual para
usuarios de cocaína intravenosa sentarse toda la noche inyectándose cocaína en
intervalos de un minuto, alternando con inyecciones de heroína, o cocaína y
heroína juntas en la misma inyección para formar “speed-ball.” (Nunca he conocido a un adicto a la cocaína que no
fuera también adicto a la morfina.)
El deseo por la cocaína
puede ser intenso. He pasado días enteros de una farmacia a otra para cambiar
una receta médica de cocaína. Puedes querer intensamente cocaína, pero no existe
ninguna necesidad metabólica por ella. Si no puedes obtenerla, comes, te vas a
dormir y te olvidas. He hablado con gente que ha usado cocaína por años, y que
después les fue cortado el suministro repentinamente. Ninguno tuvo síndrome de
abstinencia. De hecho, es difícil ver un psicoestimulante que sea muy adictivo.
La adicción parece más un monopolio de los sedativos.
El uso continuo de cocaína
provoca ansiedad, depresiones, algunas veces episodios psicóticos con alucinaciones
paranoides. La ansiedad y la depresión que resulta del uso de cocaína no se alivian
con más cocaína. La morfina es más efectiva. El uso de cocaína por adictos a la
morfina siempre lleva a mayores y más frecuentes inyecciones de morfina.
Traducción al castellano de un extracto de Letter from a master addict to
dangerous drugs. 1956. William S. Burroughs.
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