miércoles, 9 de abril de 2014

Cocaína

La cocaína es la droga más estimulante que he usado. La euforia se concentra en la cabeza. Tal vez la droga activa los centros de placer directamente en el cerebro. Sospecho que una corriente eléctrica en el lugar exacto produciría el mismo efecto. Las propiedades estimulantes de la cocaína solamente se pueden alcanzar debidamente por inyección intravenosa. Los efectos placenteros no duran más de cinco a diez minutos. Si la droga es inyectada en la piel, la rápida eliminación debilita  sus efectos. El efecto es doblemente menor si se esnifa.
Es una práctica usual para usuarios de cocaína intravenosa sentarse toda la noche inyectándose cocaína en intervalos de un minuto, alternando con inyecciones de heroína, o cocaína y heroína juntas en la misma inyección para formar “speed-ball.” (Nunca he conocido a un adicto a la cocaína que no fuera también adicto a la morfina.)
El deseo por la cocaína puede ser intenso. He pasado días enteros de una farmacia a otra para cambiar una receta médica de cocaína. Puedes querer intensamente cocaína, pero no existe ninguna necesidad metabólica por ella. Si no puedes obtenerla, comes, te vas a dormir y te olvidas. He hablado con gente que ha usado cocaína por años, y que después les fue cortado el suministro repentinamente. Ninguno tuvo síndrome de abstinencia. De hecho, es difícil ver un psicoestimulante que sea muy adictivo. La adicción parece más un monopolio de los sedativos.
El uso continuo de cocaína provoca ansiedad, depresiones, algunas veces episodios psicóticos con alucinaciones paranoides. La ansiedad y la depresión que resulta del uso de cocaína no se alivian con más cocaína. La morfina es más efectiva. El uso de cocaína por adictos a la morfina siempre lleva a mayores y más frecuentes inyecciones de morfina.


Traducción al castellano de un extracto de Letter from a master addict to dangerous drugs. 1956. William S. Burroughs.

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