martes, 31 de marzo de 2009

Introducción al PiHKAL

Realicé este intento de traducción hace un par de años, disculpar los pequeños errores que pueda tener en el lenguaje técnico, cualquier ayuda será bienvenida.

domingo, 29 de marzo de 2009

Ensayo sobre La Antropología del Ego. Por Gottfried Benn.

I
Algunos años atrás fue exhibida en Berlín una película sobre los negros llamada "Hosiannah" en la cual se veía gente negra embriagándose mientras cantaban comunalmente. La disposición que tenían para hacer esto dentro de su naturaleza, el proceso en sí era consciente y sensual. Un fenómeno similar se ha reportado entre los Indios Americanos del Norte: "El gran canto de la noche" es una de sus principales ceremonias, donde un hombre sujeta a otro, se mueven rítmicamente y caen en trance. La intoxicación parece ser evidentemente una cualidad primitiva como lo es la transición a un sentido del ser colectivo. La ceremonia provoca esta transición a través de los ritos, movimientos y cantos antiguos. Es el llamado de la raza. Esta naturaleza es religiosa y mítica, una excitante comunión con la totalidad que expande la existencia individual. Por otro lado, además de los trances inducidos por el ritmo y movimientos de un ritual, están los que son inducidos por extractos de plantas, cuya distribución es mucho más universal. Millones de habitantes de la tierra fuman o toman el cáñamo Indio, como lo han hecho incontable número de generaciones desde hace más de dos mil años. Trescientos millones de personas mastican betel. Los tres largos continentes se estimulan ellos mismos con cafeína; en el Tibet, el tiempo es medido usando una copa de té y sus efectos; el té se ha encontrado entre los restos de gente prehistórica. Las sustancias químicas que afectan el cerebro lo hacen alterando la consciencia -éstas fueron las primeras aproximaciones del hombre con su sistema nervioso. Cómo se descubrieron sus efectos es un misterio. Un impulso primitivo y secreto. Entre miles de raíces, árboles, hongos, flores -¡escoger uno! Es incontable el número de personas que seguramente murieron por envenenamiento antes de que toda la raza alcanzara su objetivo: crecimiento, expansión -engendrar vida. Caravanas con opio viajaban por todo el desierto. Sykone ha sido renombrado como Mekone, ejemplo: La Villa del Opio. Sobre la tumba de Ariadne, un dios barbudo se inclina en forma de dormir, el dios del sueño, llevando cabezas de opio en su cuerno de opio. La reina de los Incas fue nombrada Mamá Coca después de ver los milagros de la planta Erythroxolon Coca; los ídolos de piedra tenían las mejillas llenas con hojas de coca como una señal de divinidad; en todos lados hay calabazas en forma de botella, en las cuales las hojas son guardadas, mezcladas con cal y cenizas de planta, listas para ser tomadas; se introduce lo más que se puede para humedecerlo con la boca. Los efectos de una boca llena de coca duran por lo menos cuarenta minutos que equivalen a tres kilómetros sobre terreno plano, dos kilómetros sobre las colinas -así es como se mide la dosis.

La ingestión toma lugar en el "rancho de los soñadores" en Ecuador, sobre tiendas de campañas, cuando el chamán (N.T.: Medicine Man en el original) toca su tambor, o en pequeños cuartos vacíos con piedras usadas como asientos por los invitados, a veces el chamán con una acompañante, o sin ella: la "bebida negra", el "agua blanca", la "píldoras de la felicidad" o la "hierba de las tumbas", que brindan unidad con los espíritus. Estados de excitación, estados de sueño -tú estás junto a ti, pero sientes, aprendes de los circuitos nerviosos y tu respiración se perturba, te pones apático o con mucha movilidad. Desde algún centro oculto, desde las profundidades, emerge: para descansar, para no moverse más. Las horas se llenan con la satisfacción del deseo de ir sin rumbo fijo como una vida sin forma alguna. Llamar a esto animalístico es un error: este proceso está por lejos por debajo de los animales, por debajo de los reflejos, está cerca mejor dicho de las raíces, de la cal y la piedra. Esto no es la apatía o una carrera mortal, no hay degeneración, ésta es gente joven; es algo más primario: la defensa contra los inicios de la conciencia -en consecuencia, un cambio de espacio, eliminación de tiempo, dejar a un lado el paso de las horas. Todos los rastros de memoria y de civilizaciones que han existido en el cerebro, ese sistema de clasificación: ¡olvídalos! Enfrente de las pinturas de Bristo, el dueño de una casa idealista, basura normalizada - ah - garson - otro pulque de cocaína, o en el cuarto de descanso una pizca de polvo aplicada a las mucosas del ano; o poner un empaste en un diente careado - ah - las perspectivas están empezando. Helena les daba Nephente a sus héroes en su comida, seguramente un preparado de opio, cuando había  estado de ánimo bajo o simplemente después de una pelea, - ah, mi pelea también empieza - campos, coloreados como joyas, después pájaros rojos, - puramente una realidad cortical - los patrones enrejados son particularmente frecuentes - "los artistas deberían de ver esto, podrían tomar patrones de esto", los colores son más finos, cadenas cuelgan de su superficie, lo maravilloso de todas las cosas.

El ego se desintegra. Hay algún tipo de frío cósmico, sublime y hieloso en la estructura, pero hay fuego en el eje central; hay sensaciones en las extremidades alargándose y acortándose, sensaciones de agrandamiento y de uniones, simultáneamente umbrales más sensitivos: una tormenta de impresiones, dirigidas hacia algo universal, un sentimiento de totalidad: "el no sentir". Los sentimientos intercambian funciones: "al golpe del reloj un color púrpura emerge"; alternando experiencias de fusión y distanciamiento; cortando toda sensación de ego, sonriendo sin afecto, llorando sin ninguna causa. Sentimientos de capacidad: "la sensación de solución a problemas parece inminente" - "en todos lados la alegría, el disfrute de la poderosa armonía" - "Lord, let me bloom". - (La conciencia cósmica, de Bucke).

Otra cosa: "Una gran tensión cae sobre mí, grandes cosas me han sido reveladas. Podría ver la naturaleza de todas las cosas, todos los problemas del mundo podrían resolverse. Estoy fuera de mis sentidos." La luz dorada de una tarde. Entonces. "Solo hay belleza en la eterna transformación de las formas y colores. Un sentimiento que va aumentando cae sobre mí. Aquí todo podría resolverse, al final todo era ritmo." (Klages llegó a la misma conclusión, no repentinamente, sino al final de su larga vida, con la ayuda de muchos libros. La teoría cuántica dice lo mismo.)

Una extraña penetración a lo profundo, osmosis cósmica (Magnaosmose): "Necesito tiempo para finalizar mi visión del mundo, la cual ya en forma principal se basa en una sola sentencia: Dios es una sustancia." Dios es una sustancia, ¡una droga! Una sustancia embriagante que tiene afinidad por el cerebro humano. Ciertamente posible, comparado con una máquina de electrochoques o un Spemann Tritonlarva formado por un renacuajo en las comisuras de la boca...

Estructuras complejas se hacen más sencillas, uno puede ver a través de las separaciones: "Tenía una sensación peculiar en el músculo. Podía mover cada músculo de mi cuerpo por separado." (¡Hace tanto tiempo! El "alma del músculo" surge, su aportación al desarrollo de la conciencia.) El córtex pierde su recientemente adquirida cualidad sensorial (ver, mirar, probar, oler) y ahora responde en forma de estado normal. Lo "externo" ya no está ahí, los terrenos sí, pero solo los de la pesca y los de la caza: - la prehistoria de la "realidad".



Extracto,
Traducción al castellano de la primera versión en inglés aparecida en Psychedelic Review, Vol.I. No.1 Junio de 1963

lunes, 16 de marzo de 2009

Entrevista a Salvador Roquet. Primera parte



Doctor Salvador Roquet, ¿usted trata con LSD a sus pacientes?

No sólo con LSD, también con hongos alucinantes, datura, mescalina, ketamina y otros alucinógenos.

¿Desde cuándo realiza estas experiencias?

Mira, vamos al principio. La historia se remonta a una distancia de quince años, cuando yo estaba en psicoanálisis. El doctor José Gutiérrez, colombiano, frommiano, quien era mi psicoanalista, en una ocasión me dijo: “Fíjese doctor Roquet que están haciendo unos trabajos en el sanatorio psiquiátrico Ramírez Moreno, de acuerdo con la tesis de un médico. Varios psiquiatras nos ofrecimos para que nos suministren alucinógenos. Usted sabe, hay la idea de que éstos pueden reducir el tiempo que dura el psicoanálisis”. Me invitó a participar en la experiencia y acepté. Se señaló la fecha. Como coincidencia, resultó ser un jueves de Semana Santa. Ese día, contrario a mi forma de ser respecto a la puntualidad acudí una hora antes de a la cita. Nunca lo olvidaré. Recuerdo que la avenida Universidad estaba sola, pues era Jueves Santo. En esa época el Sur de la ciudad era medio despoblado. La avenida Río Churubusco se veía muy sola. Era quizás una proyección de parte mía; también había una soledad tremenda. Recuerdo que llevaba un librito en la mano: Ética y psicoanálisis, de Erich Fromm. Entonces era un admirador de Fromm. Ahora ya no lo soy. Llegué al sanatorio y como no había nadie me senté en una banca de un camellón. Leía, o más bien estaba en una actitud de meditación, de soledad, porque así me condicionaba el ambiente. Vi como llegó gente al sanatorio. Poco después me hallaba con todo el equipo de psiquiatras. Yo no había desayunado. El doctor Gutiérrez, muy amable, me preguntó si permitía que los demás médicos observaran la experiencia. Le dije que no. Sólo aceptaba su presencia, y la persona que me suministrara el alucinógeno debía salir en seguida.

¿Por qué no quiso observadores?

Bueno, en esa época tenía un conocimiento general de los alucinógenos. No tenía una información exacta y precisa. Como es natural, mantenía cierta reserva respecto a mis cosas internas. Caí en una actitud de inhibición consciente y de represión subconsciente. Inclusive, fíjate, es algo que a mi psicoanalista no se le ocurrió desde el punto de vista técnico, de que yo podía haber superado la inhibición consciente, pero no la represión. El desconocía esto –mira hasta ahora lo estoy analizando-. No tenía idea del efecto de los alucinógenos. Escogí la vía intravenosa para que me inyectaran mescalina. No sé porqué lo pedí. Quizás por la actitud muy mexicana de razonar “si me han de matar mañana que me maten de una vez” o “lo que suene que suene”. Y mescalina por vía intravenosa más tarda en decirse que en sentirse su efecto. Pregunté que si podía estar acostado, temía caer y quise proteger mi persona física. Tendí mi brazo y de inmediato tuve una sensación parecida a la que produce un estado alcohólico. Después de esa sensación vino algo contradictorio: estaba despabilado, pude levantarme y sentarme. Tenía una gran curiosidad científica de ver qué cosas podía hacer. Tomé el libro para hojearlo. En el momento en que lo abrí y vi pasar sus páginas, de inmediato me sentí el libro; sus distintas hojas iban cayendo, cayendo y eran mis distintas personalidades, mis distintos yos. Entré en el viaje. Empecé a conectarme y a desconectarme, y caía en una angustia que no sabía de donde venía. Preguntaba al psicoanalista si podía ponerme de pie, como si eludiera mi responsabilidad de hacerlo. Todo era muy consciente; sabía lo que hacía y sucedía. Me levanté y para sorpresa mía pude caminar a pesar de la sensación de vacío que experimentaba. Surgieron entonces molestias físicas tremendas que analizaba como médico. Al caminar se agudizaban. Me arrepentía de haberme ofrecido a la experiencia. Sentía que moría. Sufría una disnea terrible, fuego interno, palpitaciones extremas. Estaba asustado y me paseaba como león enjaulado. No me quejaba, ni decía que estaba arrepentido, pero lo pensaba. Parecía una bestia encerrada y aceleraba la marcha como si buscara una salida. Pasó esa etapa; tomé el libro y me acerqué a una ventana para intentar leer. Podía hacerlo, más no coordinaba las ideas. Apenas pasaba unas palabras olvidaba las anteriores y no lograba formar frases. Seguí analizando las cosas que podía hacer. Pedí un desayuno, papaya, huevos revueltos, café. Mientras me traían los alimentos dije al médico que deseaba hacer un experimento y le propuse jugar ajedrez. Empezamos; la salida fue perfecta. Siguieron los primeros movimientos muy bien. Pero cuando avanzaron las jugadas dije: “No tengo plan, no tengo programa, como nunca lo he tenido en mi vida.” Instantáneamente brotó la angustia. Vinieron desconexiones y situaciones de delirio. Fue algo semejante a lo que describió Aldous Huxley en Las puertas de la percepción. Vino un registro de tipo oriental, surgieron figuras geométricas, caleidoscópicas, en colores muy vivos y maravillosos, en movimiento y con formas increíbles. Eso se esfumó y brotaron alucinaciones que me desconectaban. Vi una figura semejante a las que pintaba Rembrandt, por su composición y colorido. Apareció en el cuadro una persona: era yo, sentado como si estuviese enjuiciado. Cerca había alguien: mi otro yo. Era un observador, un fiscal. Acusaba, juzgaba mientras el otro se debatía en una angustia espantosa. Me veía mesarme el cabello, mover la cabeza con desesperación. Decía al psicoanalista si todo eso lo había hablado o pensado. El aseguraba que lo había dicho, pues él lo anotaba. Yo comentaba que aquello era prodigioso y tenía que ser estudiado con un gran equipo. Tenía que grabarse, hacer todo registro. La experiencia valía la pena aprovecharla al máximo buscándole un fin. Decía esto en forma obsesiva.

¿De ahí surgió la idea de usar alucinógenos en los psicoanálisis?

En ese momento vino. Claro, desde el siglo pasado se conocían los efectos de los alucinógenos y ya se había pensado en aplicarlos en el análisis. Por la igualdad y semejanza de los cuadros sicóticos y de la esquizofrenia con el efecto de los alucinógenos, también se había hablado de estudiarlos para determinar las causas de estos males y llegar a curarlos. Con esta experiencia decidí trabajar con alucinógenos en psiquiatría y particularmente en psicoterapia. Siguiendo con el relato, cuando me llevaron el desayuno me sorprendí: podía manipular los cuberitos. Coordinaba muy bien. Al principio temía que se me cayeran los cubiertos y temía derramar el café, como sucede bajo los efectos del alcohol. Mis movimientos eran precisos. Pero, a cada bocado que daba me desconectaba. Terminar un platillo duraba años y benditos días. Hablaba, vivía situaciones, venía la angustia. Y te digo, me acuerdo de todo, de todo. Hasta lanzaba frasecitas domingueras; hay algo que se quedó muy grabado. Era: “estoy sintiendo la añoranza de lo no vivido”. Y cómo alucinaba. Veía el campo, el cual siempre me gustó. Me preguntaba por qué no había sido yo campesino, y me resistía a vivir en la ciudad. Bueno, en rasgos generales así fue la experiencia con mescalina, en la cual tuve la obsesión de utilizar alucinógenos en la psicoterapia.

¿Sirvió al psicoanálisis de usted?

Afloraron muchas situaciones desconocidas. Fue una sorpresa. Llevaba año y medio. Creía que ya había avanzado mucho, pero no. En realidad tenía mi problemática reprimida, guardada, y ni el psicoanalista se daba cuenta. Emergió todo eso, lo cual podría considerarse favorable. Pero fue negativo porque así se quedaron las cosas. Quedé como suspendido en el aire. El análisis no fue suficiente para afrontar una situación de esta naturaleza. El médico no tenía conocimientos para manejar lo que se había presentado. Y no se repitió la experiencia ni se condujo en forma debida. Todo fue terrible, fue muy golpeante. En la actualidad pienso que no debió hacerse la experiencia. Pudo haberme llevado al suicidio. En toda mi vida no había hecho consciente mi problemática, y hace 15 años, de repente, cuando tenía 34 de edad, vino el impacto. Había llevado una vida con situaciones frustrantes, tan intensas que hasta había sufrido una parálisis facial. Y de repente todo surgió, y quedé en la angustia ante el analista que carecía de habilidad para manejar en este nuevo campo.

Pero usted tuvo ahí la primera inquietud de trabajar con alucinógenos.

Claro, fue una afirmación, una precisión, un despertar de interés. Vino un reforzamiento cinco años más tarde. Me encontraba en París y paseaba por Saint-Germain-des-Prés. Vi en una aparador una monografía que se llamaba Les champignons hallucinogènes du Mexique del profesor Roger Heim. Entré a la librería, hojeé el libro y me pareció extraordinario. Fue un segundo fuetazo. Compré la obra, por cierto, era muy cara. Es un libro raro, poco conocido en México. Tiempo después se presentó el tercer estímulo: surgió cuando era yo jefe de Higiene Mental del ISSSTE, y después de haber organizado las escuelas de padres de familia. Conocí a un funcionario del Instituto Nacional Indigenista. En la monografía francesa se hablaba de Huautla de Jiménez, pero no se decía donde se localizaba. Yo, confieso mi ignorancia geográfica, no tenía idea de la ubicación del lugar. Fue el funcionario del Instituto Indigenista quien me puso al tanto y me facilitó una información muy valiosa. Huautla entonces era conocida, acaso, por unos cuantos mexicanos y ciertos investigadores extranjeros que habían seguido a Gordon Wasson, quien había invitado a Roger Heim, Albert Hofmann y otros. Heim, desde luego, la conocía bien. Él viene periódicamente con un gran equipo de investigadores. Ahora ha recorrido todo el país recogiendo hongos y clasificándolos. La última vez que fui a Europa, Heim me dijo que preparaba una segunda monografía sobre los hongos. En esta tercera oportunidad me puse en contactó con el maestro Alfonso Caso, del Instituto Indigenista. Él me envió con el profesor Carlos Incháustegui, antropólogo, fundador del Centro Indigenista de Huautla de Jiménez, quien me abrió las puertas de la Sierra Mazateca. Aquí influyó otro factor: al fundar las escuelas de padres de familia del ISSSTE, comprendí que se requería en México una escuela para los niños que fuera integral, humanista, del tipo Summerhill. La experiencia vivida en mi consultorio psiquiátrico, lo que observé en las escuelas de padres de familia y lo que conocí en Sumerhill, me llevaron a pensar que debía surgir un nuevo tipo de escuela para los niños, donde desarrollaran su afectividad junto con su intelecto, a la vez que tuvieran un desenvolvimiento físico. Es decir, desarrollar en verdad toda su personalidad para formar un hombre íntegro, humanístico. Como no logré juntar fondos para iniciar la escuela, pensé que de mi profesión, de la psiquiatría, debía salir dinero para ese fin. El proyecto de la escuela lo llamamos Albert Schweitzer y a este personaje quisimos emular. El dio conciertos para reunir dinero y fundar un hospital en África. Así, a través de la medicina, nuestro grupo Albert Schweitzer quiso recabar lo necesario para construir la escuela. La investigación sobre alucinógenos podía ayudar a este proyecto, pues al concluirse podría ser vendido el resultado científico. Sin ningún medio económico lanzamos este proyecto. Se formó un grupo de especialistas en varias ramas y elaboramos un programa en torno a los alucinógenos que no se limitaban al aspecto médico. También comprende varios terrenos de la filosofía, teología, botánica, química, parapsicología y dentro de la medicina, la neurología, fisiología, endocrinología, genética así como en el campo de la psiquiatría, la psicoterapia y el estudio de la esquizofrenia. Mira, en esto hay perspectivas increíbles. En la sierra mazateca los indios nos mostraron el popas yai, una semilla que corta los efectos de la psicosis provocada por alucinógenos. Como ésta es muy parecida a la esquizofrenia sugiere hallar una cura a esa enfermedad. Por el tratamiento con alucinógenos he logrado sacar a algunos pacientes esquizofrénicos, los cuales no han tenido recaídas. El doctor Francisco Rullán también empezó este tratamiento en la granja psiquiátrica de Villahermosa, Tabasco; trató quince casos con un gran éxito. Al cabo de cuatro años he realizado 350 sesiones psiquiátricas utilizando alucinógenos. Han participado más de 400 pacientes. Todo el material grabado y escritos de estas experiencias junto con todas las pruebas axiológicas de Hartman forman una gran montaña desde donde entonces se podrían ver tantas cosas importantes. El material es muy valioso.

¿Usted es iniciador del uso de alucinógenos en la psiquiatría?

Al principio, la iniciar los trabajos, por una situación de ignorancia, supuse que era el primero en hacerlo. Pronto descubrí que había médicos que hacían lo mismo en Suiza, Alemania y Estados Unidos. Desconociendo estos trabajos inicié mis investigaciones y desarrollé técnicas distintas, pero siempre con el fin de acortar el psicoanálisis. Hay una bibliografía que muestra el uso de alucinógenos aplicados en psiquiatría desde hace diez años en Europa. En la actualidad existen sociedades psicoterapéuticas con alucinógenos. En Europa la llaman Sociedad Europea Psicolítica. En Estados Unidos la aplicación se conoce como terapia psicodélica. En México, en Europa y Estados Unidos por separado vimos que esta investigación llevaba a aplicar una técnica especial. De ahí surgieron los nombres de psicolítica y psicodélica. Aquí posteriormente usamos el de psicosíntesis. Esto sucedió cuando los indígenas de la región mixe, en Oaxaca, nos mostraron el uso de una datura. Estos nos llevó a algo totalmente distinto: no hacíamos ya análisis sino síntesis.

¿Esto es una revolución del psicoanálisis?

No en el psicoanálisis. Nos hemos salido del psicoanálisis. No es revolución, es el inicio de otra cosa. Esta terapia es nueva. Es un enfrentamiento al psicoanálisis. Ahora que conservamos varias técnicas del psicoanálisis ortodoxo, como la transferencia, las asociaciones libres y la interpretación de los sueños. También se manejan aspectos de la teoría de la personalidad freudiana, frommiana y sullivariana, de Karen Horner, así como conceptos del aprendizaje del conductismo. También el psicodrama, la músicoterapia y quizá podríamos llamarlo el arte terapia, en el cual el arte se pone en servicio del hombre en comunicación con la ciencia. La literatura, la poesía, la música, la pintura juegan un papel terapéutico importantísimo. El cine también con su cualidad dinámica. Participa el teatro y claro, utilizamos esencialmente las terapias de grupo. Estas estimulan y motivan al paciente. Hacen que el amor que surge en él se logre a través de la comunicación. Lo hacen real, práctica al darlo a sus semejantes.

¿Usted tomó técnicas sobre alucinógenos de los sacerdotes de la sierra mazateca?

Naturalmente. Y más que el manejo del alucinógeno, las dosis que se proporcionan al paciente. También el uso de música religiosa. Dada la semejanza que he encontrado de la música oriental con la que tocan los indígenas de las sierras de Oaxaca y Nayarit, empecé a utilizar cantos zen budistas lo que me llevó después a emplear cantos gregorianos cristianos. Los indígenas me dieron esta pauta para hallar un conductor, un estímulo de los muchos que utilizo.

¿Conoce a muchos brujos de la sierra?

Sí, además de María Sabina, he tratado a infinidad de sacerdotes que vamos localizando a lo largo de la sierra. Hemos tenido sesiones con ellos, grabado cánticos y reunido información. Hace poco proporcioné materia musical a un investigador norteamericano. Nos hemos introducido a partir de Huautla al interior de la sierra manteca. Hemos estado en Ayautla y Tenango, que junto Huautla forman las tres sedes de más categoría religiosa en la sierra mazateca. Este dato lo logramos obtener de los indígenas. Ellos tienen una verdadera organización religiosa que mantienen en secreto. Hay jerarquías sacerdotales y jerarquías místicas de las poblaciones.

¿En cada zona usan alucinógenos distintos?

Pues fíjate que no. En toda la sierra son más o menos los mismos: hongos, ololiuquis, daturas, hojas de la pastora y seguramente otros más. Hay varios que localizamos en la sierra mixe, además de la planta que hallamos que corta los efectos del alucinógeno. El laboratorio de investigación química de la Universidad Iberoamericana que nos está ayudando en los estudios químicos y en la clasificación de las plantas. El doctor Francisco Girald González de la facultad de química de la UNAM, también colabora con nosotros. El nos ayudó a estudiar la Datura ceratocaulu. Esta planta estaba clasificada. En mixe se llama manchu pai y es una de las múltiples daturas que existen, pero se desconocían sus aplicaciones. A propósito, a través del descubrimiento del uso de la Datura ceratocaulum por los indígenas comprobamos también el de la Datura stramonium que es el toloache. Y es una realidad, no es una leyenda como se creía. Con el toloache se hacen bromas, se dice que se lo dieron a alguien cuando es muy dependiente de otra persona. Hay la versión de gente atontada, idiotizada, o bien hay la impresión de que psicotizan a la gente. Tal parece que esto es cierto. Y te decía, tengo interés en investigar el toloache. Hace poco fui a Tenango del Valle, en el Estado de México. Fui invitado por unos alumnos de la Universidad del Estado de México. Algunos muchachos son de Tenango, y sus familiares me hablaron de que cerca se usa mucho el toloache. Es difícil conseguir la planta y las semilla, pues se ocultan. La datura con la que trabajamos es la misma familia del toloache, la localizamos por accidente, cuando unos indígenas me la proporcionaron confundiéndola con un ololiuqui. Esto se originó de la siguiente forma: en un viaje que hice a Europa, me puse en contacto con investigadores que trabajaban con alucinógenos. Ellos me suministraron bibliografía y mantenemos un intercambio de conocimientos. En esa ocasión llevé parte de mi investigación para mostrarla al doctor Hanscarl Leuner de la Universidad de Gettinger, Alemania, así como al director de investigaciones de los laboratorios Sandoz, el doctor Alberto Hofmann, descubridor del LSD y sus efectos. Entre las pláticas que sostuve con el doctor Hofmann me enteré que trabajaba con dos ololiquis: con Rivea corymbosa e Ipomea violacea, de las cuales yo había aplicado el primero. Desconocía la Ipomea violacea. El doctor Hofman me ofreció material investigado, sobre todo de la estructura química de los ololiuquis. Por cierto, son amidas del ácido lisérgico. Nuestros antepasados mayas y aztecas ya conocían estos alucinógenos. La palabra ololiuqui es azteca. Así deducimos que desde épocas prehispánicas en México se utilizó sustancias parecidas al LSD con fines exclusivamente rituales. Tengo una bibliografía muy interesante sobre la cultura maya de Palenque, de la mezcla que hacían con hongos, ololiuqui y otros alucinógenos para suministrarlos a futuros sacerdotes, para estudiar su personalidad y descubrir la capacidad y potencialidades de su vocación. Seleccionaban muy bien a las gente que iban a actuar como sacerdotes, como guías del pueblo. Cosa que ahora no hace la Iglesia y cuando surge un intento se asustan como sucedió con Lemercier. Volviendo a Hofmann y a los estudios que ha hecho sobre la estructura de los ololiuiquis –que aquí no se conocen- se ha visto su contenido. La Rivea corymbosa y la Ipomea violacea son enredaderas comunes en México. La Ipomea violacea tiene cinco veces más potencia que la Rivea corymbosa. Hay cinco veces más concentración de amidas del ácido lisérgico. Al regresar de Suiza y Alemania, con la investigación que me había dado el doctor Hofmann me puse a localizar la Ipomea violacea. Los indígenas mixes me trajeron unas semillas que creía era Ipomea. La empleé y me sorprendí al ver que no era cinco veces mayor el efecto. Era quince o veinte veces más. Por fortuna había aplicado una dosis baja, como acostumbro en un alucinógeno nuevo. Hay una publicación norteamericana donde se habla del uso de ololiuquis con fines terapéuticos. En Estados Unidos están en una etapa muy elemental, la cual ya pasamos en México desde hace años. En nuestro caso todo se aceleró con la nueva semilla que proporcionaron los mixes. Esta era mucho más potente que la Ipomea. De inmediato quise obtener mayor información, quise conocer la planta y me trasladé al lugar que la producía: Santa María Asunción de Matamoros, Oaxaca. Ahí vimos que no era una enredadera sino un arbusto. Hofmann tenía razón en cuanto a la concentración de amidas del ácido lisérgico en la Ipomea, y a la vez ésta era más alta, extraordinaria, en la nueva planta. La trajimos a México y el doctor Girald encontró que era una datura poco estudiada y desconocida en sus efectos. Esta tiene un principio activo que es la escopolamina, que manejada con habilidad, en dosis poco conocidas, la usaban los científicos alemanas y rusos, y se aplicó con fines políticos en los llamados lavados cerebrales. Ahora, no sé si la Datura estramonium conocida en México como toloache, tenga la misma estructura química y sus efectos sean parecidos.

¿Cuáles son los efectos de la Datura?

Son ocultos. No son espectaculares como en el LSD, los hongos y otros alucinógenos. Al contrario. Es como la violeta se compara con otras flores ostentosas en belleza física y en aroma. La violeta es aparentemente insignificante, muy sencilla. Pero es de un valor extraordinario. Sí es bella. En forma comparativa es lo que pasa con el efecto de la Datura ceratocaulum; no es nada espectacular, no es nada impresionante en apariencia. Su efecto es oculto, es profundo, es lento, pero sin discusión, es intensísimo. Tiene un efecto extraordinariamente raro, origina cambios de la personalidad muy estruendosos; trae una desintegración de la personalidad intensísimo. Así se explica que su principio activo lo haya utilizado la GESTAPO. Para nosotros, la Datura tiene una gran importancia, porque cambió en forma total nuestra postura técnica y además nos hizo estructurar una teoría de la personalidad. Fíjate qué trascendencia tuvo el hallazgo de esta semilla, de esta planta. Nos sacó totalmente, “nos sacó de onda” como dicen los jipis, porque nos situó en otra onda. Nos sacó del camino que no era original, de nosotros, porque al fin de cuentas otros trabajaban en lo mismo y repito, la idea no era original, venía del siglo pasado. En principio queríamos acortar el tiempo del psicoanálisis y trabajamos en este terreno. Era algo repetitivo, perfeccionista. Pero la semilla de Datura nos hizo salir de la postura psicoanalista. Ya no podíamos apegarnos a las técnicas clásicas del psicoanálisis freudiano, frommiano, ni a ninguna de las corrientes existentes. Era crear una nueva técnica, como cuando la hipnosis entró en el psicoanálisis y surgió el hipnoanálisis. Teníamos que usar una técnica especial cuya denominación veníamos variando, escogiendo la de los europeos, de Leuner y su grupo: terapia psicolítica. Era nuestra posición hasta un año después de iniciados nuestros trabajos. Al hallar la Datura y localizar sus efectos, nos separamos, nos fuimos al otro extremo. Fue la presencia de la Datura, su uso, el que nos lanzó como proyectil a otro lado. Dejó de ser una técnica de análisis para convertirse en una de síntesis. Es decir, la Datura lleva a la disgregación. En seguida hay que reunir los elementos esenciales de una reestructuración para integrar la personalidad, pero sobre otras bases. Eso era ya la síntesis, la integración con los elementos esenciales.

¿Ese alucinógenos desintegra la personalidad falsa?

Falsa y no falsa. Todo se desintegra. Después viene la síntesis, la reintregración exclusivamente tomada de los elementos esenciales. El agregado, lo que denominas falso, se hace a un lado. En otras palabras, fíjate bien, los seres humanos no necesitamos agregar nada. Lo que ponemos resulta falso, artificioso. El ser humano, cuando viene a la vida lo trae todo. No necesitamos nada. Sólo desarrollar lo que tenemos. Pero tonta y estúpidamente, agregamos situaciones. Todo se ha condicionado en ese plan. Los programas de educación los hacen desde hace siglos, quizás después de los griegos. Estos no cayeron en lo falso; su actitud era de respetar y desarrollar lo que tiene el ser humano en su interior. Así, la Datura ceratocaulum desintegra esa personalidad, lo que permite tomar los elementos esenciales y sacar lo artificial que hemos agregados o nos han agregado.

¿Imitaciones?

Imitaciones y aplastamientos. Una carga que recibimos por herencia y nos impone el medio, que aplasta nuestra creatividad, originalidad y nos limita. La experiencia de otros se nos da como nuestra, nos hacen gravitar ahí y eso aplasta nuestra originalidad. No se da el uso de la potencialidad que tenemos. Por eso, al seleccionar y tomar los elementos esenciales hacemos síntesis. Vamos al extremo de sintetizar, de reestructurar. A nuestra técnica la llamamos psicosíntesis. Estamos en la misma postura en que trabajan ciertos grupos científicos que hablan también de síntesis. Es la corriente de la escuela de Viena, junto con otra que no deja de ser psicoanalista, pero va más allá de las posturas de Freud, Jung, Adler, Fromm, Karen Horney, Sullivan y que se llama psicoanálisis existencia de Victor Franke. Está conectado con el psicoanálisis de síntesis de Igor Caruso; ellos emplean esta palabra, hablan de psicosíntesis, creo que en un plano teórico, no de técnica.

¿La nueva personalidad del paciente es el encuentro del yo auténtico?

Es el encuentro de sí mismo. No hablemos de yo auténtico. Es el encuentro, el conocimiento de sí mismo.

¿Es lo que se ha buscado en las religiones?

Exactamente. Te me adelantaste. Es lo que iba a decir. Hubo una transmisión de pensamiento. Es posible que esta psicosíntesis la hayan realizando y estén realizando las distintas religiones, la cristiana misma e indiscutiblemente la zen budista. El otro día, al conversar con el monje budista Ejo Takata, vimos la concordancia, la relación tan íntima de la postura de la psicosíntesis con la de ellos. Siento que esto es muy revolucionario. Es un reforzamiento a la postura existencial de Victor E. Franke y también da estructura a la de síntesis, aún en teoría, de la escuela de Viena de Igor Caruso. Es la realización de lo que han pensado. Aquí en México lo logramos con alucinógenos. Cosa que ya había logrado el zen budismo y también los cristianos, a través de la meditación entre monjes, en los monasterios del tipo de Sinaí, del Monte Athos, o dentro de la iglesia Ortodoxa Cristiana. No, ellos son analíticos puros. Analizan. Es lo fácil, analizar, no sintetizar. El psicoanálisis es una terapia, la nuestra otra. Lo mismo sucede con la teoría del aprendizaje, dudo mucho de ella. No llega a lo que es más elevado. El psicoanálisis se acerca un poco más. Claro, éste es subjetivo, mientras la otra objetiva, se basa en el conductismo y la reflexiología. Resulta científico, un camino que por sí solo no lleva al encuentro del hombre consigo mismo y con su felicidad. La postura de la ciencia es limitada, es anacrónico positivismo; ya quedó demostrado con las dos últimas guerras que vivió la humanidad y con lo que sucede en nuestros días.

¿Qué paciente atiende con alucinógenos?

Los que tienen problemas de personalidad, neurosis, todas las neurosis…
Pero mira, lo importante es la nueva teoría de la personalidad que vino a partir del uso de la Datura. Ahí surgió una revisión de conceptos de tanta trascendencia para el hombre, como son el amor, el sexo, la dependencia y de uno de sus problemas que considero tan actuales como es la homosexualidad. Esto nos lo dio ese accidente, esa confusión de usar una semilla en lugar de la que habíamos solicitado.

¿Y el miedo a la muerte, al absoluto?

Entra en el campo existencial. Te decía que la psicosíntesis obedece aparte de la síntesis en sí, a lo existencial. En esto caemos en el tema de la muerte, de la mortalidad e inmortalidad. Se maneja en nuestra teoría de la personalidad y nos hace entrar en el campo de la locura y de la esquizofrenia, porque ¿qué es en sí la desintegración de la personalidad o qué otra cosa nos lleva a su desintegración? Pues la locura. La desintegración de la personalidad que logramos con Datura es la locura, con características semejantes a lo que es la esquizofrenia. Ahí basamos nuestra teoría de la personalidad que consideramos una teoría existencial. Se ha mencionado a lo existencial, particularmente a la angustia existencial como algo que debe aceptarse. Yo siento que no se da importancia a esa angustia. Siento que ella es esencial, primordial y de ahí dimanan todas las angustias que toman un cariz patológico. ¿Y que ganamos con manejar esas angustias patológicas aisladamente si ellas obedecen a la única angustia del ser humano que es la existencial? Si no se dirige a esa angustia se limita. La psiquiatría sólo quiere manejar las angustias patológicas y es una postura limitada que no logra el fin primordial: la salud del ser humano. A fin de cuentas las angustias patológicas son síntomas de ese problema inherente al hombre, pero que no tiene porqué sostenerlo, soportarlo, aceptarlo como algo falta. No, el hombre tiene que manejar esa angustia. Ella es la que lo enferma y determina sus otras angustias. Tiene que enfrentarse a la angustia existencial, la cual no es otra que su angustia ante la muerte, su angustia por su condición de mortal y su aspiración y preocupación por ser inmortal. Ves cómo hemos logrado una revisión de conceptos, incluso el del psicoanálisis frente a la angustia. Lo existencial determina todo, hasta la locura y también todos los campos de la actividad humana. De ahí la importancia que tiene la religión, la teología y la filosofía. Si el científico las desecha comete un error; total, no es un científico. Todas las disciplinas juntas son las que pueden llevar a la felicidad del hombre. Todo es un plan integral.

¿Es irremediable la angustia existencial?

No, no. Esa es la postura equivocada de la psiquiatría y del psicoanálisis. Le restan importancia porque la consideran de manera fatalista. Ahí está el error. Si el hombre se da cuenta de que es parte de un universo, no tiene porqué tener miedo a la muerte. Tiene que desechar su naturaleza mortal. El es inmortal porque forma parte de un universo que es inmortal. Ahora, como individuo no lo sé, no sé si como individuo muera. Nadie lo sabe.

¿Su conciencia?

No lo sé, pero es posible que no muera tampoco. Es lo que está más allá de la muerte. Si como individuo, como conciencia de sí está condicionado y determinado por la energía, no tiene porqué desaparecer. Es energía y no desaparece, no muere. Sufre transformaciones, evoluciona. La energía eléctrica existirá como energía, las partículas de la luz siguen viajando en el universo, como el resto de las energías. La vital es una de tantas y cae en la energía universal, que es todas las energías, la dinámica, la hidráulica, la solar, la eléctrica, la magnética, bueno, puntos suspensivos. Pues nosotros nos basamos en esto; ahí está nuestro tratamiento. Y a esa energía le damos el nombre de sensibilidad, una de las raíces del amor, mientras la otra es la razón. Ves, nuestra teoría es extensa, elaborada, profunda, amplia. Lo que te digo no es cosa improvisada. Es producto de la observación de 350 sesiones con alucinógenos. Si se les quiere dar una base científica ciento por ciento, ahí están para revisarlas, para darles una postura estadística, sacar variables, constantes, para  deducir su comprobación.

¿A dónde lleva la psicosíntesis al paciente?

A la locura, al punto inicial, al punto de partida. Hay la demostración de todo esto y la comprobación con el material que hemos grabado. Se considera a la locura, a la esquizofrenia como una regresión a las etapas iniciales de la vida.

Extracto Entrevista a Salvador Roquet por Alfonso Perabeles
Revista Piedra Rodante, México, Noviembre 15, 1971

jueves, 12 de marzo de 2009

Ilustración Farmacológica

El menos destacado, y quizá el más relevante, es un proceso de ilustración farmacológica. Sin ir más lejos, tenemos tres revistas mensuales sobre psicoactividad de ámbito nacional, con tanto o más público que sus equivalentes sobre motos, pesca o cotilleo político. Cientos de libros, otras publicaciones, congresos, sociedades, actos públicos y tiendas especializadas atienden también a consumidores que prefieren en este terreno una actitud observante, como la del botánico o el astrónomo. Unos son simples curiosos, otros son usuarios o productores que desean optimizar su actividad, pero ninguno comulga con las ideas de paraíso e infierno alimentadas por el prohibicionismo.

Más bien se interesan por la dosis mínima activa medida por kilo de peso, por las formas de sublimar y conservar los productos, la sinergia con otros, la finura de cada uno o los efectos colaterales. Su perspectiva —Jünger la llamó psiconáutica— les emparenta con el catador de vinos. Este público ni sacraliza ni sataniza compuestos químicos, a los cuales considera tan inocentes de las fechorías humanas como lo son el revólver o la dinamita. Cualquier substancia psicoactiva ayuda en principio a conocer y controlar mejor nuestro sistema nervioso, y casi cualquiera puede también arruinar nuestro organismo, e inspirarnos mala voluntad. Aunque los psiconautas no están a cubierto de irracionalidades, fulminan el mito nuclear del prohibicionismo; esto es: que nuestra conducta fue raptada por una droga, a quien incumbe la culpa. Para padres y madres de descarriados resulta muy tentador, y para el descarriado funciona como un combinado permanente de coartada y chantaje. Pero no dejará de ser una ilusión mientras haya usuarios responsables.

Antonio Escohotado

Extracto de artículo,

El Mundo, 9 de febrero de 2005