miércoles, 26 de marzo de 2014

Treinta años de investigación con psicodélicos. Primera parte.

Traducción al castellano del artículo original en inglés de Richard Yensen y Donna Dryer.

El experimento en Spring Grove y sus secuelas
Por Richard  Yensen y Donna Dryer

Spring Grove State Hospital
Primeras observaciones

La investigación de nuestro grupo con drogas psicodélicas comenzó con LSD a principios de los 50s. El primer estudio en el Hospital de Spring Grove fue un intento de distinguir los efectos del LSD en pacientes esquizofrénicos crónicos hospitalizados. Cuatro pacientes recibieron 100 microgramos administrados diariamente en una inyección intramuscular durante catorce días. Los cambios iniciales en el comportamiento disminuyeron rápidamente con poca o ninguna respuesta después de la segunda dosis.
En orden de estudiar la inusual rápida tolerancia, los experimentos variaron el intervalo de días sin droga y se observó que después del quinto día sin droga una fuerte reacción ocurría. A los cuatro días algunos pacientes mostraban una reacción moderada, pero no igual a la del primer día. Después de seis días sin droga, se observó una reacción tan fuerte como la del primer día.
En un intento de sobrepasar la tolerancia mostrada en los cuatro pacientes, la dosis fue aumentada por 100 microgramos diariamente. Cada paciente recibió 100 microgramos el primer día, 200 microgramos el segundo y 300 microgramos el tercer día y así hasta los 500 microgramos. Este régimen mostró reacciones el primer día, una leve respuesta el segundo día, ninguna respuesta el tercer y cuarto día, y una muy cuestionable respuesta el quinto día. Quinientos microgramos fue la dosis máxima usada.
Se probaran tolerancias cruzadas con varios derivados de LSD. Se notó tolerancia cruzada con LAE y acido brom-lisérgico.  En teoría lo que parecería tolerancia cruzada fisiológica podría ser psicológica (que los pacientes se acostumbraban a los efectos fisiológicos del LSD) los pacientes alternaron LSD y mescalina HCL. No hubo tolerancia cruzada entre LSD y mescalina HCL.
Este estudio inicial incluyó veinte esquizofrénicos en varios regímenes de administración de LSD. Conclusiones importantes de este estudio incluyen la comprensión de que es imposible administrar LSD en estudios doble ciego.  Aunque el LSD fue administrado con el método de doble ciego al principio, los pacientes y el personal del hospital fueron conscientes cuales pacientes recibieron LSD en una hora de administración de la droga. Los autores sugirieron que las alucinaciones inducidas por LSD pueden tener valor terapéutico ayudando a los terapistas a entender las dinámicas subyacentes de la psicopatología del paciente.  Uno también puede observar en retrospectiva el poderoso efecto del entonces nuevo y ahora casi universalmente aceptado paradigma de la droga psicoactiva. Este modo de ver las sustancias farmacológicas y sus efectos en los humanos fue definido por  las primeras drogas neurolépticas como Torazina y Reserpina. Las suposiciones básicas que guiaron indirectamente esta investigación incluyen la conjetura de que el LSD puede ser administrado diariamente a los pacientes con el propósito de producir un efecto quimioterapéutico similar al de las otras drogas psiquiátricas. Se asumió que los efectos del LSD pueden ser adecuadamente observados y entendidos por médicos entrenados no implicados directamente con el tratamiento del paciente, y que no tiene una relación primordial con el paciente. En resumen las expectaciones fueron que el LSD era una droga como ninguna otra droga psicoactiva conocida. Los resultados fueron al principio inexplicables y inesperados:
                Una paciente catatónica que había estado sin hablar por algunos años repentinamente estalló en quejidos que fueron seguidos por una apabullante risa que comenzó 35 minutos después de haber recibido la dosis de LSD. Este paciente se veía tembloroso y angustiado. Intermitentemente abría la boca como si tratara desesperadamente de hablar o al menos ejercitar los músculos de la boca. Ella también expresó un estado de angustia con sus movimientos corporales. Cuando se le preguntó porqué lloraba, contestó “Nunca debiste haber dejado la granja.” Media hora después de que comenzara a llorar, los lamentos se convirtieron en una sonrisa. Al poco tiempo cesaron las lágrimas y tuvo continuos ataques de risa durante una hora aproximadamente. La paciente después comenzó a caminar por el cuarto estudiando las paredes y ventanas como si fuera la primera vez que las veía. Parecía responder a las alucinaciones, comenzó a hablar con individuos no presentes. Cada ciertos momentos en las siguientes horas se sacudía y comenzaba a reír y después hablaba un poco. Su discurso no era coherente, y pronto comenzó a preocuparse de que alguien o algo le estuviera haciendo cosquillas. A menudo decía que disfrutaba mucho de las cosas y que era un bonito cuarto, etc.
                Tres horas después de que la droga fue administrada, la paciente se puso nerviosa de estar en el cuarto, y seguía tienen los ataques de risa. No podía comer pues decía no tener apetito. Esa tarde jugó basquetbol por primera vez desde que fue admitida en el hospital a pesar de que se le ofreció la oportunidad de hacerlo muchas veces anteriormente. Se veía interesada en el esfuerzo y agusto de sus intentos. Camino enérgicamente y sonriendo ampliamente y ocasionalmente riendo. Por la noche fue a un baile y bailó con otros pacientes por primera vez. Continuó hablando hasta la hora de dormir. La mañana siguiente cuando despertó estaba en su estado catatónico anterior, sin poder hablar, sin mostrar interés en nada y muy retraída.
                En otro día la paciente recibió otra inyección. Se río un poco al principio, habló algunas palabras, pero algunas horas después pasó a su antiguo estado mudo y comportamiento retraído. Aún así en el segundo día vimos evidencia de un ligero cambio de su comportamiento anterior, aunque mucho menor al cambio observado en la primera inyección.
                Cuando la paciente recibió la misma dosis el tercer día, no mostró ninguna respuesta. (Cholden et al, pp.213-217)

Observaciones como esa ayudaron al equipo a darse cuenta que esta droga era como ninguna otra por su combinación única de alteraciones dramáticas en la conciencia, profunda acción psicodinámica así como  la rápida  tolerancia adquirida. Reconocieron que esta combinaciones de efectos requerían un médico entrenado con una buena relación con el paciente para así entender, describir correctamente y apreciar las dinámicas de esta compleja situación. (Cholden, Savage & Kurland, 1955).
Después de este rudimentario trabajo hubo un intervalo  en la investigación en el hospital Spring Grove. El Dr Kurland se involucró en el estudio de otras medicinas psicoactivas. Charles Savage se entreno como psicoanalista y continuó su carrera de investigación psicodélica en el Instituto para el Estudio Avanzado en California.

Spring Grove Hospital –Cottage 13
Un humilde inicio

A finales de los 50s y principios de los 60s un joven psicólogo, Sanford Unger, comenzó a colaborar con Albert Kurland y sugirió que renovará la investigación con psicodélicos. Unger contactó un equipo en el Hollywood Hospital en Vancouver, British Columbia, donde había una investigación en progreso usando psicodélicos en psicoterapia para alcohólicos. La terapia involucraba una única administración de una dosis alta de LSD (400-800 microgramos) en un ambiente especialmente estructurado y diseñado para estimular y fomentar una experiencia mística (Stace, 1960; Pahnke, 1963). Para entonces los investigadores estaban conscientes de que las raíces experimentales de este acercamiento eran chamanísticas, parecía ofrecer una terapia intensiva, corta y conveniente – un vehículo pragmático para estudiar científicamente  los efectos de la sustancia psicodélicas en conjunto con la psicoterapia.
El proyecto en Spring Grove comenzó en 1963. Un modesto local en el hospital acogió al pequeño equipo de investigación. Es importante aclarar que los servicios eran modestos y discretamente integrados a los del resto del hospital. Este hospital es uno de los más antiguos hospitales mentales en Estados Unidos. En ese tiempo Spring Grove era conocida por su tratamiento progresivo. El local trece eran dos construcciones blancas de dos pisos con cuatro cuartos y un baño en cada piso. Dos cuartos fueron equipados con sistemas de sonido y designados como cuartos para el tratamiento para las sesiones con psicodélicos.
La atmósfera era fervientemente optimista. El personal médico del hospital colaboraba en la selección y soporte de pacientes que experimentaban con la nueva terapia. La expectación era que con el tiempo serían entrenados para usar este excitante y dramáticamente efectivo nuevo tratamiento. El sentido de entusiasmo, confianza y esperanza era contagioso. Un equipo devoto de la Unidad de Rehabilitación de Alcohólicos del hospital aceptaron trabajar totalmente con LSD. Aunque al principio de la investigación se propuso trabajar con un grupo sin tratamiento para ser usado como grupo control, esos planes tuvieron que ser abandonados. Los pacientes y el personal médico del hospital veían al tratamiento psicodélico tan valioso y efectivo  que objetaban en retener a los pacientes que calificaban en el campo ético y humanitario. El equipo de investigación accedió a estas demandas en una decisión de preservar y trabajar en conjunto mientras se sacrificaban precisiones científicas (Unger, 1969; Kurland et al., 1966&1967).
La investigación con alcohólicos creció de una fase piloto de ensayos clínicos abiertos a ensayos doble ciego. La respuesta de los pacientes al tratamiento psicodélico fue prometedora. La investigación creció hasta incluir neuróticos hospitalizados que ahora pueden ser diagnosticados como desordenes de personalidad, primariamente pacientes con trastorno límite de la personalidad.
En 1965, la investigación en el local trece atrajo la atención a nivel nacional. La cadena de televisión CBS produjo un documental de televisión de una hora, LSD: The Spring Grove Experiment. Este filme seguía el tratamiento  con LSD de un paciente alcohólico y una paciente neurótica. La excelente calidad del documental atrajo mucha atención positiva sobre la investigación. El filme daba una presentación balanceada y responsable así como prometedora del nuevo tratamiento.

La investigación con LSD se expande

En 1966 una tragedia azotó al entusiasta grupo. Un miembro profesional del departamento de investigación de Spring Grove, una mujer en sus cuarentas, descubrió que tenía cáncer metastásico. Enterada de su pronóstico terminal, se deprimió significativamente. Ella sabía de la efectividad de la psicoterapia con LSD con alcohólicos y neuróticos, así que solicitó el tratamiento  para ella. Considerando su solicitud se hizo una búsqueda literaria que reveló el trabajo hecho por un anestesiólogo de Chicago, Eric Kast. Sus estudios evaluaban solamente los efectos analgésicos quimioterapéuticos del LSD, pero mostró que la droga era segura para pacientes con cáncer y sugirió que el LSD podría aliviar algo del dolor. También había un artículo en la revista Harpers sobre el LSD y la angustia de morir, escrito por Sidney Cohen (Cohen, 1965). Con esta ayuda de la literatura continuaron la terapia. La miembro del personal fue citada para su sesión con LSD. En sus propias palabras:
                Principalmente, recuerdo dos experiencias. Estaba sola en un mundo sin tiempo, sin límites. No había atmosfera; no había color, sin visuales, pero había algo de luz. De repente me di cuenta que era un momento en el tiempo, creado por aquellos antes de mí y ahora yo estaba a cargo de la creación de otros. Era mi momento, y mi función principal había sido completada. Al nacer, le di sentido a la vida de mis padres.
                De nuevo en el vacío, sola sin los límites espaciotemporales. La vida se reducía así misma una y otra vez hasta el último común denominador. No recuerdo la lógica de la experiencia, pero me di cuenta que la esencia de la vida es el amor. Para este momento sentí que estaba llegando a las afueras del mundo –hacia la gente- pero especialmente hacia aquellos más cercanos a mí. Lloré mucho por los años perdidos, la búsqueda de identidad en lugares falsos, las oportunidades abandonadas, la energía emocional pérdida en básicamente búsquedas sin sentido.
                Muchas veces, después de cierto tiempo.  Regresaba, pero siempre a variaciones del mismo tema. La música me llevaba y me sostenía.
                Ocasionalmente, durante los descansos, me di cuenta del olor a duraznos. La rosa no era nada comparada con la fruta. La fruta era néctar y vida, la rosa era una flor bonita solamente. Cuando finalmente me dieron nectarina fue el epítome de un sutil, suculento sabor.
                Comencé a emerger. Me llevaron a un mundo de aire fresco. Miembros del departamento me dieron la bienvenida y sentí gusto no sólo por mí misma, también por haber sido capaz de usar la experiencia para esa gente que le importaba que la tuviera. Me sentí muy cercana a un grupo grande de personas.
                Más tarde,  cuando un miembro de mi familia llegó, hubo un acercamiento que me pareció nuevo. Esa noche, en casa, mis padres llegaron, también. Todos notaron un cambio en mí. Dijeron que estaba radiante y me veía en paz. Yo también me sentí así. ¿Qué cambió en mí? Ahora estoy viviendo, y siendo. Ahora lo puedo aceptar lo que viene. Algunos de mis síntomas físicos desaparecieron. El cansancio excesivo, algunos dolores. Aún me siento algo irritada en ocasiones y grito. Sigo siendo yo, pero más en paz. Mi familia siente esto y estamos más unidos. Todos los que me conocen me han dicho que fue una buena experiencia. (Pahnke et al.,1970)
El dramático éxito de este primer intento puso en marcha un nuevo enfoque de investigación, el estudio de psicoterapia psicodélica en el tratamiento de pacientes con cáncer terminal. El trabajo evolucionó durante las siguiente dos décadas e incluyó pacientes que fueron diagnosticados con cáncer pero no exclusivamente terminal. En 1967 los resultados de los primeros seis pacientes con cáncer fueron presentados por el Dr. Walter Pahnke en un encuentro de la Asociación Americana de Psiquiatría.
En 1972 fue publicado el último estudio con LSD de esta serie. Treinta y uno (31) enfermos con cáncer terminal que sufrían de ansiedad, depresión y dolor incontrolable recibieron de 200 a 500 microgramos de LSD, usualmente administrado intramuscularmente. Fueron permitidas múltiples sesiones en el diseño del estudio, pero sólo tres de los pacientes recibieron más de una sesión. La primera técnica canadiense había sido ya modificada para incluir más psicoterapia y los pacientes recibieron preparación intensiva (de 6 a 12 horas durante 2 a 3 semanas) y cuidados posteriores. Antes y después de cada sesión con LSD, el estado físico y emocional de los pacientes fue medido por: médicos, enfermeras, familiares, el terapista de LSD, y un trabajador independiente. También se incluyeron medidas en el uso del narcótico. En una medida global de mejoras que conjuntaba las calificaciones de los observadores antes mencionados, 9 pacientes (29%) mejoraron dramáticamente, 13 pacientes (42%) mejoraron moderadamente y no se mostró ningún cambio en 9 pacientes (29%). El alivio del dolor fue persistente por un periodo de semanas o meses después de la sesión. Este resultado fue estadísticamente significante (p<.001). La cantidad de medicación disminuyó pero no fue estadísticamente significante. Hubo muchas complicaciones porque otras medicaciones psicoactivas estaba presentes (hipnóticos, tranquilizantes y fenotiazinas) y no fueron tomadas en cuenta sistemáticamente en el estudio. También algunos pacientes reportaron que el dolor que era insoportable antes de la sesión, se hizo soportable después de la sesión usando la misma cantidad de medicación. (Richards et al., 1972).

Factores extra-farmacológicos: Set and setting

Los resultados preliminares del estudio piloto con alcohólicos, pacientes neuróticos, y pacientes con cáncer fueron un reflejo del convincente tratamiento con LSD y psicoterapia, en este ambiente de expectaciones optimistas y coherentes. Este Set and setting dinámico fue consecuencia de factores inconscientes y conscientes entre el equipo de investigación. El ambiente interpersonal fue diseñado con propósito de que todos los factores de entusiasmo de todo el personal contribuyeran en la preparación del paciente para un cambio de vida místico y fundamental.
La moral del equipo de investigación era excelente, estando todo su tiempo participando en este nuevo y excitante tratamiento. En cierta forma, ellos creían que podían ofrecerles esperanza a muchos pacientes.
El nivel de mejoría usando el tratamiento experimental en alcohólicos puede ser demostrado cuando los resultados son comparados con las mejorías que tuvieron los pacientes utilizando el tratamiento de rutina del hospital. En un estudio que empezó en 1963, 69 pacientes mejoraron significativamente en todas las escalas de la MMPI (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota), exceptuando la escala de hipomanía. Las conclusiones fueron que ningún paciente fue lastimado y algunos pacientes mostraron una gran mejoría. En esta cambiante población de pacientes, 23 pacientes (o 33.3% de la muestra) continuaron abstinentes durante los siguientes seis meses. El resultado del tratamiento convencional era de sólo el 12% de rehabilitación en un estudio de rutina del hospital Spring Grove (Kurland et al., 1971 p.92 y Kurland et al., 1967).
El equipo de investigación se dio cuenta que el siguiente paso era un estudio más riguroso con un grupo control. Considerando las primeras investigaciones de Kurland que mostraban que un verdadero procedimiento doble ciego era imposible de mantener, se diseñó un estudio con dosis bajas de LSD como la condición control. Una dosis baja produciría efectos fisiológicos, alteraciones en el estado de ánimo, y cambios perceptuales únicos del LSD sin una reacción psicodélica completa. La experiencia tope o mística fue considerada como el catalizador motivacional y transformacional. El uso de 50 microgramos de LSD como control, también permitía una evaluación  del poder que tenía una dosis mayor y del estado místico de ésta que sería contrastado con la catarsis emocional y la resolución psicodinámica  de una dosis baja. El mismo motivado equipo trataría ambos grupos. La hipótesis fue que solamente el grupo de dosis alta podría tener experiencias místicas y serían los que mejorarían más.
En este estudio participaron 135 pacientes que fueron asignados aleatoriamente al grupo de dosis alta (450 microgramos) y al de dosis baja (50 microgramos) del tratamiento con LSD. Varios test psicológicos fueron administrados antes de la aceptación en el programa y una semana después de las sesiones.  El progreso de los pacientes fue monitoreado en 6, 12 y 18 meses después de completar el programa de terapia.
Una semana después de la sesión ambos grupos del tratamiento demostraron estadísticamente  mejoría significativa en los resultados de sus test. El seguimiento de los resultados fue hecho por un grupo independiente de trabajadores sociales. Ellos indicaron que el 44 por ciento del grupo de dosis alta fueron “esencialmente rehabilitados” a los seis meses. Solo el 25 por ciento del grupo de dosis baja cumplieron este criterio al mismo tiempo. La abstinencia fue del 53 por ciento del grupo de dosis alta y 33 por ciento del grupo de dosis baja a los seis meses. El resultado fue estadísticamente significativo (p<.05). A un año de la terapia no hubo diferencias significativas estadísticamente entre los dos grupos. Aun así a un año y medio después del tratamiento, la psicoterapia psicodélica fue exitosa con la mitad de los alcohólicos tratados en este programa (los grupos de dosis altas y bajas combinados). Los alcohólicos que recibieron terapia convencional tuvieron una mejoría del 12%.
Los resultados mostraron un fallo interesante. El equipo no apreció completamente el impacto positivo de su propio  espirit de corps y entusiasmo que habían cultivado cuidadosamente. La inspiración del equipo creció, impulsada por compartir las experiencias místicas que habían tenido los pacientes en sus sesiones con LSD. Esto estimuló aún más el valor ejemplar puesto en el ser humano por los investigadores mismos. Este grupo motivado de terapistas trabajó sorprendentemente bien. El grupo control de 50 microgramos mejoró más de lo que se esperaba. Algunos pacientes tuvieron experiencias místicas completas con éstas dosis bajas de LSD. Otros trabajaron significativamente en sus conflictos interiores bajo circunstancias terapéuticas ideales. La hipótesis de este estudio diseñado cuidadosamente resultó ser el problema más grande:  ya que el “control” era en si mismo LSD,  y fue un  activador importante de las relaciones terapéuticas incluso a dosis bajas, cosa que no se había reconocido anteriormente. Las dosis bajas resultaron ser otra condición experimental más que el control. El impacto de la dinámica positiva del personal fue profundamente subestimada.  La combinación de estos factores sobre drogas y aquellos no relacionados con drogas produjeron resultados equivocados.
Otra conclusión posible fue que la psicoterapia sola era mucho más efectiva con alcohólicos de lo que sugería cualquier otro estudio en la literatura. De todos modos, el grupo experimental y el “control” produjeron más mejorías importantes que estudios de rutina previos del tratamiento del hospital. Aunque la búsqueda de un control adecuado no fue exitoso en este estudio, los factores no relacionados con la droga resultaron ser más importantes de lo que este grupo de investigación había anticipado. (Kurland et al.,1971).

La evolución de paradigmas y el enfoque terapéutico

Desde 1963 a 1976 las técnicas terapéuticas empleadas en esta investigación maduraron y cambiaron. El personal clínico también cambió completamente durante este tiempo. Los primeros esfuerzos de investigación psicoterapéutica fueron una aplicación directa de la técnica canadiense de terapia psicodélica. El enfoque psicodélico (la mente manifestándose). Esta técnica, como fue practicada en Spring Grove, usaba una única dosis alta de psicodélicos en un ambiente especializado, antifaz, audífonos y música seleccionada especialmente para la sesión.  La psicoterapia convencional interpretativa fue principalmente un periodo de preparación para la sesión con LSD. En este método hay un periodo de preparación donde el terapista explora el historial del paciente con el objetivo de establecer una relación y preparar al paciente para una única sesión con dosis alta de psicodélicos. Cuando el LSD es usado en este procedimiento, las dosis varían 250 microgramos a 800 microgramos y la sesión dura de 8 a 12 horas. El terapista principal y el co-terapista del sexo opuesto estaban en atención constante durante todo el día de la sesión con LSD. La mañana y la tarde de la sesión con LSD se pasaba escuchando música con audífonos, usando antifaz para bloquear el ambiente externo y permitir un enfoque contemplativo interior. Se programaban programas musicales y eventualmente una terapista musical se unía al personal por tiempo completo. Ella elaboraba secuencias musicales que acompañaban la sesión con psicodélicos. Música clásica y de coros se tocaba para apoyar  y expresar la expansividad, la profundidad, el sentido de lo sagrado y otras fabulosas cualidades de la experiencia psicodélica. La técnica se enfocaba en facilitar el camino a la experiencia trascendental (Bonny y Pahnke, 1972). El equipo terapéutico usualmente no ofrecía una interpretación, en cambio ofrecía soporte emocional y compañerismo. Por la tarde el paciente podía pararse y experimentar estímulos visuales, por ejemplo fotografías de su familia o hermosas escenas artísticas. Los accesorios lograban un gran efecto en la  terapia con psicodélicos.  Una larga y única rosa roja era parte de cada sesión. Durante la tarde se le pedía que observara largo rato la rosa bajo los efectos del LSD. Se les pedía a los pacientes que se miraran así mismos en un espejo así tal vez podrían observar los efectos de pensar sobre su pasado como alcohólicos. Después de la sesión con drogas la terapia se enfocaba en consolidar motivaciones positivas para un cambio, a partir del pico de la experiencia hacia todos los días de su vida.

La orientación psicolítica ejerce influencia

En 1968 Stanislav Grof, un psicoanalista checoslovaco, se unió al equipo de investigación con psicodélicos. Este evento marcó una etapa de crecimiento y transición para el personal terapéutico. Grof había desarrollado un complejo esquema teórico para entender la fenomenología de la experiencia psicodélica y había hecho un cuidadoso trabajo bajo el enfoque psicodélico. El Enfoque Psicolítico incluía el uso de varias dosis bajas con psicodélicos en una terapia orientada psicoanalíticamente o mediante psicoanálisis. Las dosis usadas con una droga como LSD fueron de 75 microgramos a 250 microgramos. Las sesiones típicamente continuaban de seis meses a dos años. El proceso incluía un análisis en profundad de las experiencias con psicodélicos antes y después de cada sesión. El objetivo de este tipo de trabajo es descubrir psicodinamicamente material relevante incluyendo memorias reprimidas de la niñez.
Esto sería facilitado por las experiencias místicas experimentadas. Estas profundas experiencias facilitarán al paciente una posición filosófica donde la vida tendría un nuevo significado: la vida misma es intrínsecamente sanadora. Memorias difíciles fueron aceptadas fácilmente desde este nuevo enfoque. Este enfoque combinó los efectos positivos de los paradigmas psicodélicos con los paradigmas psicolíticos. (Di Leo 1975-76, Grof 1969).
Eventualmente, la división de ciencias clínicas del Centro de Investigación Psiquiátrica de Maryland realizó muchos estudios usando enfoques psicodelítico o psicodélicos ampliados con pacientes neuróticos  externos y con pacientes alcohólicos internos, administrando sustancias con duración de acción más corta  que el LSD, como la dipropiltriptamina y la psilocibina. (Richards and Berendes 1977; Rhead et al., 1977). Los resultados de estos estudios y un estudio piloto (Yensen et al., 1975) que exploraron el uso de drogas con efectos psicodélicos suaves como el MDA (3,4-Metilenidioxianfetamina) en pacientes neuróticos, tuvieron resultados prometedores.
En este último análisis, el paradigma psicodélico resultó ser el más útil en los estudios de pacientes con cáncer terminal (Richards et al., 1977), mientras el nuevo paradigma, resultó ser más prometedor en neurosis y desordenes de la personalidad. (Richards y Berenders, 1977-78; Yensen, 1976).

De la terapia psicodelítica a la terapia holotrópica.

Grof evolucionó una nueva orientación del enfoque psicodelítico. A este nuevo enfoque le llamó holotrópico, que significa mover o crecer sobre la totalidad. El nombre y el enfoque reflejaban profundamente un punto de vista optimista de los mecanismos sanatorios intrínsecos liberados por los estados alterados de consciencia.
Por una parte, la modalidad Holotrópica no se enfocaba directamente sobre resistencias, en cambio se basaba en los efectos alterados de consciencia para explorar las defensas y resistencias de la misma. Esto lleva a una actitud referente a los psicodélicos como parte esencial del método terapéutico. Si los resultados no se dan en una sesión, entonces otra sesión será necesaria. Esta es una formulación válida porque permite evolucionar la relación terapéutica, pero es débil porque ignora la posibilidad de un bloque terapéutico. Como consecuencia, no destaca la necesidad de las habilidades del terapista para interpretar el material de una sesión psicodélica.
Por otra parte, Grof ofrece un mapa completo del territorio del viaje interior psicodélico. Esta teoría enlaza emociones de la niñez a grupos globales de afecto asociado con el trauma de nacimiento. La intensidad de los estados alterado lleva finalmente a un inconsciente transpersonal y a varios tipos de experiencias más allá de los límites del tiempo y espacio del ego. Este es el mapa más meticuloso y de mayor alcance de consciencia producido en la investigación científica de la psique humana. Enlaza las profundidades de la psique con la creación esencial del universo. (Grof, 1988).

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